El fin de semana que pasó -lo confirma la bola de nieve que echaron a rodar los asambleístas supuestamente ecologistas de Gualeguaychú- echó un vasto manto de estiércol sobre la posición argentina en torno del conflicto uruguayo-argentino por la instalación de la planta de procesamiento de celulosa sobre el río Uruguay.
Los asambleístas-piqueteros entrerrianos -"hablando en plata" mimados con cargos por la administración central Kirchner- aprovecharon micrófonos, lapiceras y cámaras ávidos de titulares escandalosos para sugerir -en realidad, vociferar- el comienzo de un período de acción directa con explosivos sobre las instalaciones del complejo industrial y de sus barcazas de transporte del producto final.
Los resposables de las instituciones uruguayas -que defienden los intereses de su país a su mejor saber y entender- deben haber celebrado con un buen asado (pamplonas incluídas, pero vino argentino, si fuera por elautor) la absurda bravata.
Esto, afirmado por quien no tiene la menor duda que los bocafloja de Gualeguaychú (anotad, por favor, pues en cualquier momento puede devenir en funcionario: el orate mayor responde, a veces, al nombre de Jorge Friztler) no son capaces ni de organizar una "pintada" en la chimenea de Botnia.
Pero en la Corte Internacional de La Haya -gente seria, parece- es difícil que acepten el argumento del animus jodendi.
Por aquí, aparte de declamar sandeces, poco y nada. Y de parte del Estado, ninguna mención de acciones (se sabe, de las que no terminan en nada) sobre graves amenazas públicas.
Estamos demasiado ocupados en en sacarnos los piojos de encima de un venezolano que trafica divisas en vuelos internacionales fletados por el Poder Ejecutivo argentino.
Tal vez se trate una nueva estrategia de comunicación oficial: tapar un embrollo con otro.
Como suele argumentar el que firma: no me crean a mí, lean los testimonios.
Nota de Página/12-Argentina. Click aquí >>> ****
Uruguay Escribe, Web-agencia. Click aquí >>> *****
Los asambleístas-piqueteros entrerrianos -"hablando en plata" mimados con cargos por la administración central Kirchner- aprovecharon micrófonos, lapiceras y cámaras ávidos de titulares escandalosos para sugerir -en realidad, vociferar- el comienzo de un período de acción directa con explosivos sobre las instalaciones del complejo industrial y de sus barcazas de transporte del producto final.
Los resposables de las instituciones uruguayas -que defienden los intereses de su país a su mejor saber y entender- deben haber celebrado con un buen asado (pamplonas incluídas, pero vino argentino, si fuera por elautor) la absurda bravata.
Esto, afirmado por quien no tiene la menor duda que los bocafloja de Gualeguaychú (anotad, por favor, pues en cualquier momento puede devenir en funcionario: el orate mayor responde, a veces, al nombre de Jorge Friztler) no son capaces ni de organizar una "pintada" en la chimenea de Botnia.
Pero en la Corte Internacional de La Haya -gente seria, parece- es difícil que acepten el argumento del animus jodendi.
Por aquí, aparte de declamar sandeces, poco y nada. Y de parte del Estado, ninguna mención de acciones (se sabe, de las que no terminan en nada) sobre graves amenazas públicas.
Estamos demasiado ocupados en en sacarnos los piojos de encima de un venezolano que trafica divisas en vuelos internacionales fletados por el Poder Ejecutivo argentino.
Tal vez se trate una nueva estrategia de comunicación oficial: tapar un embrollo con otro.
Como suele argumentar el que firma: no me crean a mí, lean los testimonios.
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