sábado, 23 de febrero de 2008

Reaparece Crítica, "el" diario de la primera mitad del siglo XX


Faltan ocho días para que vea la luz de los expendedores de diarios y revistas porteños la nueva Crítica, el diario creado por el empresario uruguayo Natalio Botana que reinó al estilo de los magnates de la prensa estadounidense. Crítica llegó a colocar a su cotidiano rozando el millón de ejemplares de tirada diaria, entre todas sus ediciones.
Crítica fue pionero entre comienzos de la década del 20 y comienzos de la de los 40. Botana murió en 1941 en un accidente automovilístico.
Quien lleva el peso de este proyecto de renacimiento es Jorge Lanata, periodista renombrado y uno de los creadores del último suceso de escala nacional en la prensa escrita, el matutino Página 12, de izquierdas intelectuales, hoy adquirido por el multimedios Clarín y condenado por los pactos Clarín-matrimonio K a ser una suerte de mayordomo distinguido del poder y sus secuaces.
Con Lanata de por medio, Crítica puede desplegar todo un abanico de cuestiones, ninguna de ellas aburrida. Como inicio, los instrumentos operativos de los espías oficiales ya hurgan en los archivos y basureros para producir piezas comunicacionales que ataquen preventivamente bienes, honras y prestigios de los convocados por Jorge.
Pero eso -diría Rudyard Kipling- es otra historia. Y será bueno contarla.
Por ahora, y hasta el 2 de marzo, podremos leer lo que ya produce la redacción de Crítica de la Argentina
Por ahora, de lo mejorcito de la semana que pasó:
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Cómo controla Kirchner a los ministros de Cristina - Por Nicolás Wiñanski
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El HOME de Crítica es:
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jueves, 21 de febrero de 2008

Otro relato de Eduardo Belgrano Rawson: Sólo te salva el amor


Tengo un amigo que se ha internado de nuevo en un spa de la sierra. Por una vez en la vida, parece determinado a completar el tratamiento. Es su cuarta recaída. Está deprimido, comentan. Ha pasado la noche en los brazos de su mujer, que cada tanto va a visitado.
Tiene unas ojeras redondas. No es que se considere en peligro ni nada. Quizá sea de los pocos a los que aún no les zumban las balas. Hasta el momento, ni siquiera sale en los diarios. Pero ha terminado por asumir que sufre una adicción severa. "No puede parar, te digo", solloza su mujer por teléfono. Por eso está en el spa de la sierra, el único que ofrece un plan serio para dejar de robar.
Era un desenlace cantado. Somos amigos desde que tenía cuatro años, cuando se tragó el sueldo del padre junto con una abeja y un fósforo. Le echaron la culpa a los ladrones, pero pronto surgió la verdad. Por entonces, en aquellos parajes, nadie echaba llave a la puerta. Digo más: su casa ni siquiera tenía puerta. Había dos gays en el pueblo, alguien se drogaba con algo y a cierta chica le habían practicado un aborto. Era toda la maldad en stock. De sólo oír esas cosas, los niños palidecíamos. Ahora es una estrella en ascenso. El hombre se llama Danilo. El apellido no viene a cuento.Sólo sus mejores amigos percibimos el drama latente: nombrado subsecretario ha sido como meter a tu abuela famélica en un tenedor libre.
En el spa les dan suplementos y los hacen trotar temprano para que sacudan sus endorfinas. Luego del sauna reciben masajes con ungüentos purificantes.
El solario se inunda de fragancias cumbreñas, a peperina, poleo y carqueja tierna. La idea es que los yuyos serranos vayan morigerando sus ansias por los autos deportivos y las cuentas en las islas Caimán. En las reuniones de grupo, Danilo ha dicho que, si por él fuera, se quedaría allí toda la vida, mirando las cabras de las laderas y los tractores del atardecer. Un poco de pan, una copa de vino, unas cuantas aceitunas. Según su personal trainer, era todo lo que precisaban los griegos de la época de Platón.
Su compañero de cuarto piensa lo mismo. Es un ex director de la Junta Panamericana contra el Lavado. Fue Joven del Año de la Cámara Junior. Ahora salió su procesamiento. De nada valieron sus contactos con el gobierno (era el encargado de pasar por el Congreso con el maletín de lagarto que luego se hizo tan célebre),pues los norteamericanos han resuelto entregarlo.
La carrera del ex director ha sido meteórica. Empezó como testaferro. Eso casi le costó la cabeza. Tuvo la mala suerte de pelearse con la bruja.Ella lo demandó por la mitad de los bienes, que por supuesto eran de otro. Fue inútil explicar a la chica que se trataba de plata ajena.Estas esposas no atienden razones. Le llevó casi dos años pagar el despecho de su mujer.Danilo ha temblado al oír las revelaciones de su compañero de cuarto. Al menos tiene la felicidad de contar con una esposa de hierro que lucha codo a codo con él..
Por las noches los miembros del grupo juegan al Fraude!, una variante del Monopoly. Gana el que primero revienta un banco. En caso de empate, decide la diferencia de damnificados.
Esto es parte del tratamiento. El propio director médico, un fanático de la metadona, recorre los dormitorios distribuyendo tableros.
Hay tres clases de pacientes en el spa de la sierra: los fumadores, los gordos y ellos.
Pero la cabeza funciona de un solo modo, así que después de la siesta todos se juntan con el psicólogo. El objetivo es rastrear en la infancia.
Ahí deben buscarse las causas de cualquier desbarajuste. Los pacientes reflotan sus traumas de la manera que pueden, hasta que cae la tarde y el sol se pone en la sierra.
Y Danilo, para colmo, no presenta cicatrices. Ha tenido una infancia perfecta. Con su mujer todavia sigue de novio.Creo que estan en pareja desde que iban a la Salita Naranja. De manera que trauma, lo que se dice trauma, no puede recordar ninguno. El psicólogo apura sin éxito. Luego indaga con sutileza si hubo otros adictos en la familia.
Danilo no quiere decepcionarlo, de modo que pone gran voluntad en rastrillar en el barro.
Le cuesta cierto trabajo, pues estamos hablando de familias super sanas. De todos modos lo intenta. No sabe si mencionar a su tio Mitico, que le daba bastante al trago. 0 a su primo Yeyo, un pajero empedemido. Se excitaba hasta cuando leia El Correo de la Unesco. Sus viejos estaban desesperados. El caso conmocionó a los parientes. Una tía radicada en Brasil mandó una bolsita con hojas de adormideira,, muy popular en San Pablo para que as crianzas nao se masturben de mais. (Danilo todavia recuerda que su tia las picaba finito para esparcirlas sobre la ropa de Yeyo. Las hojas sobrantes eran hervidas en agua. Una vez lavados los calzoncillos, debian tenderse sin estrujar hasta la salida del sol.)
El psicólogo escucha la historia con marcado escepticismo. Para él, si este caso tiene una punta, fue la tragada del sueldo. Todos nos hemos tragado cosas, desde vinchucas hasta termómetros.Pero nadie debe haberse tragado el sueldo completo del padre, con horas extras y todo.
La nutricionista piensa distinto. Tiene un estudio en marcha. Asegura que el problema de Danilo se presenta por un déficit de ácidos grasos que desajusta las prostaglandinas. Por eso incluye en la dieta algunos filetes de surubí regados con ácido oleico. El kinesiólogo, por su parte, carece de toda teoría y se limita a cumplir su trabajo. Embadurna a Danilo con fango y sale a fumar un cigarro. En el pasillo lo espera Celeste, del grupo de fumadores. Están sosteniendo un romance. Ella provee de puchos y ella lo deja entrar en su cuarto. De afuera se oyen los gritos.
EI psicólogo reserva una sesión exclusiva para el grupo de Danilo. Entonces todos se abocan a contar su primera vez. La primera vez de Danilo fue en un baño del ministerio. Tiene recuerdos confusos. Apenas duró un segundo. De pronto surgió una sombra en el espejo empañado. Alguien estaba a su espalda. Algo pasó a sus manos. Cuando miró de nuevo el espejo éste sólo reflejaba su imagen. Danilo ni siquiera volvio a su despacho. Del baño fue directo a su casa. Recuerda que baj61entamente las escaleras del Ministerio. En la mano derecha llevaba un sobre abultado. Papel manila tamano oficio: para colmo, esa manana habia ido sin portafolio. Abajo lo esperaba su auto. EI chofer Ie abri61a puerta. Esta escena en camara lenta es la que aflora en sus pesadillas.
Desde entonces tiene ataques de pánico, cada vez que ve una escalera o un espejo empañado.
El lunes darán de alta a Danilo. El director los despedirá. como siempre, con emotivas palabras. A cada promoción le dice lo mismo: que sucumbimos a la corrupción por pereza. pues oponerse implica inmensas dificultades. Ahora sus egresados se marcharán con nuevas armas para la lucha: la dieta de los suspiros, el suplemento de vitaminas, las sales de Hungría para el masaje y la mezcla de plancton marino con jarilla y diente de burro para el baño de inmersión. Todas cosas muy efectivas contra el síndrome de abstinencia. Vida sana y someterse a controles. Una actitud positiva: esa sera la consigna. La adversidad fortalece. Por si algo les fallara, se llevan en el bolsillo una sencilla oración. Es una plegaria personalizada, escrita por el psicólogo para los casos de apuro.
Tal vez le dé resultado. Con su mujer, cuando aun andaban de novios, rezaban frenéticamente para no ir a parar a la cama. Sólo así consiguieron llegar vírgenes al matrimonio. Danilo es capaz de todo por su mujer y sus niños. Eso teminará por salvarlo. El secreto está en el amor.


*** Los personajes de este relato pertenecen a la ficción.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Entrevista a Joaquín Sabina y sus dos destinos.

"Once periódicos. Once países. Una sola fuente." Así se promueve GDA, consorcio exclusivo integrado por los once periódicos independientes con más influencia en Latinoamérica: La Nación (Argentina), O Globo (Brasil), El Mercurio (Chile), El Tiempo (Colombia), La Nación (Costa Rica), El Comercio (Ecuador), El Universal (México), El Comercio (Perú), El Nuevo Día (Puerto Rico), El País (Uruguay) y El Nacional (Venezuela).
ADN, el semanario de La Nación de Buenos Aires, incluyó el sábado la entrevista a Joaquín Sabina que Jorge Eslava de El Comercio de Lima, Perú, realizó al cantautor.
La pregunta casi "de manual" que sigue es la que nos hacemos: ¿Es que queda algo más del artista andaluz que no se conozca y valga el esfuerzo?
Parece que sí, y de eso se encarga el entrevistador, poeta y periodista.
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Entrevista Joaquín Sabina
El cantautor español habla de sus preferencias como lector y de su trabajo como escritor; evoca su amistad con Rafael Alberti y confiesa que llora cuando recita los versos de César Vallejo, uno de los poetas que más admira
LANACION.com ADN Cultura Sábado 16 de febrero de 2008


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martes, 19 de febrero de 2008

Permitanme dos palabras: traen con ellas chispas, risas, burbujas y cascabeles


Las palabras son un remedio infalible para contrarrestar los efectos del tedio. Siempre están dispuestas a hacernos creer más listos, más sabios o más justos de lo que somos con el solo recurso de hacerlas brotar de la pluma o el teclado, de abrir un libro, obra maestra o diccionario, crucigrama, o inicio de una partida de scrabel.
La Página del Idioma Español es pionera en la promoción de nuestra lengua en la Internet y en la búsqueda de nuevos espacios para nuestra lengua en la red global.
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Sostenida por la organización no gubernamental Asociación Cultural Antonio de Nebrija, mantiene el Foro Cervantes de discusiones sobre el idioma español y el boletín de semántica y etimología La palabra del día.Es gratuito y se obtiene en
http://www.elcastellano.org/palabra.html
Quien se registre podrá recibir las novedades de la organización, ingresar al grupo de discusión, leer artículos de los colaboradores de la entidad y disponer una guía biblográfica de las publicaciones de El Castellano y organizaciones afines.Para comunicarse con miembros de la entidad:
www.elcastellano.org/formulario.html
En cada envío del boletín se incluye una palabra en español con su significado, ejemplos de su uso y una detallada etimología.
Aquí, un ejemplo de nuestra sección Divinas Palabras, tal vez la más apreciadas por sus editores, y acaso por eso de las más sacrificadas en su periodicidad. Tratamos de enmendarnos.
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N. del E.: Hoy, el capricho y el azar nos pone frente a dos vocablos que suenan por sí y sus siglos de historia se oyen como cascabeles: pasquín y payaso.

pasquín
El gladiador romano Pasquino era uno de los ídolos del pueblo que presenciaba las lides del Coliseo. Muchos de sus rivales cayeron para siempre bajo las estocadas de su puñal certero y la furia de sus armas invencibles, pero se trataba de una gloria efímera que no debería resistir el paso de unos pocos años después de su muerte, de modo que el gladiador seguramente jamás llegó a soñar que su nombre perduraría a través de milenios y civilizaciones.
Ocurrió, sin embargo, que a la muerte de Pasquino, el gobierno imperial erigió una estatua en su homenaje, estatua que ciertamente habría quedado olvidada en poco tiempo de no haber mediado una circunstancia inesperada. En efecto, por alguna razón que no llegó hasta nosotros, por aquella época se hizo costumbre en fijar libelos o escritos satíricos en el pedestal de la estatua de Pasquino. Con el paso de los años, el nombre de nuestro implacable gladiador se convirtió, en italiano, en sinónimo de las sátiras al poder establecido y los escritos de contestatarios. Con el desarrollo de la prensa en la época contemporánea, la palabra italiana pasquino, que llegó al español como pasquín, pasó a designar a los diarios sensacionalistas y, generalmente, calumniosos.
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payaso
Uno de los personajes tradicionales de la comedia italiana era una especie de bufón, que vestía ropas estrafalarias confeccionadas con la tela burda que se usaba para recubrir los colchones de paja. Por esa razón, se le llamó pagliaccio, palabra formada a partir del italiano paglia (paja), derivado del latín paleae, palearum. En francés, en la segunda mitad del siglo XVIII se llamaba a este personaje paillasse, una antigua palabra que cinco siglos antes había significado ‘bolsa de
paja’.
En castellano, la palabra payaso aparece registrada en 1884 en un poema de
Manuel Breton de los Herreros:

Otro con importunas contorsiones
Cual payaso en grotesca pantomima
Piensa mover del pueblo las pasiones.


Pero ya figuraba en el Diccionario de la Academia desde la edición de 1817, como ‘el que en los volatines y fiestas semejantes hace el papel de gracioso, con ademanes, trages y gestos ridículos’ (Ortografía no actualizada).

lunes, 18 de febrero de 2008

Teodoro Obiang Nguema Mbasogo , la segunda "patinada" de la diplomacia CFK

El debut de la diplomacia "K" en la Argentina no pudo ser más catastrófico. Primero, el flamante expresidente y su Armata Brancaleone en la selva colombiana para liberar a nadie, y ahora la visita del dictador africano, uno de los últimos opresores a punto a cumplir tres décadas pisoteando derechos individuales.
Grondona, autor de esta columna que publica el Diario La Nación de Buenos Aires, es hombre de Derecho y de derechas.
Catedrático en leyes, apoyó en el pasado a dos de las cinco dictaduras militares que azotaron a las instituciones de una república democrática en formación y por lo tanto a bienes y libertades de los ciudadanos. Desde el regreso del estado de derecho en la Argentina, en 1983, Grondona dice haber abjurado de sus ideas autoritarias y al parecer ha cumplido.
Su enfoque sobre esta chapuza en materia de relaciones internacionales tiene el valor agregado de provenir de un connaisseur del otro lado de los intereses populares.
Es decir, "del derecho o del revés", nos pone nariz con nariz con una barrabasada en términos diplomáticos de la administración Kirchner II pocas veces vista en el mundo.
Vale la pena conocerla.
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LANACION.com Opinión Domingo 17 de febrero de 2008



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domingo, 17 de febrero de 2008

"Papá Noel duerme en casa", cuento inédito de Samanta Schweblin


La cuentista argentina Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978.
En el año 2001 recibió el Premio del Fondo Nacional de las Artes por su libro de cuentos “El núcleo del disturbio” (Destino), que fue recibido con un amplio reconocimiento por la crítica.
El semanario Perfil, uno de los escasos grandes medios escritos independientes, publica hoy en su suplemento de cultura.
Días atrás la autora recibió también el Premio Casa de las Américas, en Cuba, por su nuevo libro de relatos, “La furia de las pestes”, que publicará Planeta a mitad de año.
Este es uno de los cuentos que integran el volumen.

La navidad en que Papá Noel pasó la noche en casa fue la última vez que estuvimos todos juntos, después de esa noche papá y mamá terminaron de pelearse, aunque no creo que Papá Noel haya tenido nada que ver con eso. Papá había vendido su auto unos meses atrás porque había perdido el trabajo, y aunque mamá no estuvo de acuerdo, él dijo que un buen árbol de navidad era importante esa vez, y compró uno de todas formas. Venía en una caja de cartón, larga y plana, y traía una hoja que explicaba cómo encajar las tres partes y abrir las ramas de forma que se viera natural. Armado era más alto que papá, era inmenso, y yo creo que por eso ese año Papá Noel durmió en nuestra casa. Yo había pedido de regalo un coche a control remoto. Cualquiera me venía bien, no quería uno en particular, pero todos los chicos tenían uno en esa época y cuando jugábamos en el patio los autos a control remoto se dedicaban a estrellarse contra los autos comunes, como el mío. Así que había escrito mi carta y papá me había llevado hasta el correo para enviarla. Y le dijo al tipo de la ventanilla:
—Se la enviamos a Papá Noel –y le pasó el sobre.
Y el tipo de la ventanilla ni saludó, porque había mucha gente y se ve que ya estaba cansado de tanto trabajo, la época navideña debe ser la peor para ellos. Tomó la carta, la miró y dijo:
—Falta el código postal.
—Pero es para Papá Noel –dijo papá, y le sonrió, y le guiñó un ojo, se ve que para hacerse amigo, y el tipo dijo: sin código postal no sale.
—Usted sabe que la dirección de Papá Noel no tiene código postal –dijo papá.
—Sin código postal no sale –dijo el tipo, y llamó al siguiente.
Y entonces papá trepó el mostrador, agarró al tipo del cuello de la camisa, y la carta salió.
Por eso yo estaba preocupado ese día, porque no sabía si la carta le había llegado o no a Papá Noel, y del asunto del coche dependía que me aceptaran los chicos que jugaban en el patio del colegio.
Además no podíamos contar con mamá desde hacía casi dos meses, y eso también me preocupaba, porque la que siempre estaba en todo era mamá, y las cosas salían bien entonces. Pero un día dejó de preocuparse, así nomás, de un día para el otro. La vieron algunos médicos, papá siempre la acompañaba y yo me quedaba en la casa de Marcela, que es nuestra vecina. Pero mamá no mejoró. Dejó de haber leche y cereales a la mañana, ropa limpia para vestirse, papá llegaba tarde a los lugares a los que debía llevarme, y después llegaba otra vez tarde para pasarme a buscar. Cuando pedí explicaciones papá dijo que mamá no estaba enferma ni tenía cáncer ni se iba a morir. Que bien podría haber pasado algo así pero él no era un hombre de tanta suerte. Marcela me explicó que mamá simplemente había dejado de creer en las cosas, que eso era estar “deprimido”, y te quitaba las ganas de todo, y tardaba en irse. Mamá no iba más a trabajar ni se juntaba con amigas ni hablaba por teléfono con la abuela. Se sentaba con su bata frente al televisor, y hacía zapping toda la mañana, toda la tarde y toda la noche. Yo era el encargado de darle de comer. Marcela dejaba comida hecha en el freezer con las porciones marcadas. Había que combinarlas, no podía por ejemplo darle todo el pastel de papas y después toda la tarta de verduras, había que combinar las porciones para que la alimentación fuera sana. La descongelaba en el microondas y se la alcanzaba en una bandeja, con el vaso de agua y los cubiertos. Mamá decía:
—Gracias mi amor, no tomes frío –lo decía sin mirarme, sin perder de vista lo que sucedía en el televisor.
A la salida del colegio me agarraba de la mano de la mamá de Augusto, que era hermosa. Eso funcionaba cuando venía a buscarme papá, pero después, cuando empezó a venir Marcela, a ninguna de las dos parecía gustarle eso, así que esperaba solo debajo del árbol de la esquina. Viniera quien viniera a buscarme, siempre llegaban tarde.
Marcela y papá se hicieron muy amigos, y algunas noches papá se quedaba con ella en la casa de al lado, jugando al póquer, y a mamá y a mí nos costaba dormirnos sin él en la casa, nos cruzábamos en el baño y entonces mamá decía:
—Cuidado mi amor, no tomes frío –y volvía frente al televisor.
Muchas tardes Marcela estaba en casa, eran las tardes en que cocinaba para nosotros y ordenaba un poco. No sé por qué lo hacía. Supongo que papá le pediría ayuda y como ella era su amiga se sentía en la obligación, porque la verdad es que no se la veía muy contenta. Un par de veces le apagó el televisor a mamá, se sentó frente a ella y le dijo:
—Julia, tenemos que hablar, esto no puede seguir así...
Le decía que tenía que cambiar de actitud, que así no llegaría a ningún lado, que ella ya no podía seguir ocupándose de todo, que tenía que reaccionar y tomar una decisión o terminaría por arruinarnos la vida. Pero mamá nunca contestaba. Y al final Marcela terminaba yéndose con un portazo, y esa noche papá pedía pizza porque no había nada para cenar, y a mí la pizza me encanta.
Yo le había dicho a Augusto que mamá había dejado de “creer en las cosas”, y que entonces estaba “deprimida”, y él quiso venir a ver cómo era. Hicimos algo muy feo que a veces me avergüenza: saltamos frente a ella un rato, mamá apenas nos esquivaba con la cabeza; después le hicimos un sombrero con papel de diario, se lo probamos de distintas maneras y se lo dejamos puesto toda la tarde, pero ella ni se movió. Le quité el sombrero antes de que llegue papá.
Estaba seguro que mamá no iba a decirle nada, pero me sentía mal de todos modos. Después llegó Navidad. Marcela hizo su pollo al horno con verduras horribles pero como era una noche especial me preparó además papas fritas. Papá le pidió a mamá que dejara el sillón y cenara con nosotros. La movió cuidadosamente hasta la mesa –Marcela la había preparado con un mantel rojo, velas verdes y los platos que usamos para las visitas–, la sentó en una de las cabeceras y se alejó unos pasos hacia atrás, sin dejar de mirarla, supongo que pensó que podía funcionar, pero en cuanto él estuvo lo suficientemente lejos ella se levantó y volvió a su sillón. Así que mudamos las cosas a la mesa ratona del living y comimos ahí con ella. La tele estaba prendida, por supuesto, y el noticiero mostraba una nota sobre un sitio de gente pobre que había recibido un montón de regalos y comida de gente de más plata, y entonces ahora estaban muy contentos. Yo estaba nervioso y miraba todo el tiempo el árbol de Navidad porque ya iban a ser las doce y quería mi auto. Entonces mamá señaló el televisor. Fue como ver moverse un mueble. Papá y Marcela se miraron. En la tele Papá Noel estaba sentado en el living de una casa, con una mano abrazaba a un chico sentado sobre sus piernas, y con la otra a una mujer parecida a la mamá de Augusto, y entonces la mujer se inclinaba y besaba a Papá Noel y Papá Noel te miraba y decía:
—…y cuando vuelvo del trabajo sólo quiero estar con mi familia –y un logo de café aparecía en la pantalla.
Mamá se puso a llorar. Marcela me tomó de la mano y me dijo que subiera al cuarto, pero yo me negué. Volvió a decírmelo, esta vez con el tono impaciente con el que le habla a mamá, pero nada iba a alejarme esa noche del árbol. Papá quiso apagar el televisor pero mamá empezó a luchar con él como una nena. Sonó el timbre y yo dije:
—Es Papá Noel –y Marcela me dio una cachetada y entonces papá empezó a pelear con Marcela y mamá encendió otra vez el televisor pero Papá Noel ya no estaba en ningún canal. El timbre volvió a sonar y papá dijo:
—¿Quién mierda es?
Pensé que ojalá que no fuese el del correo porque volverían a pelear porque papá ya estaba de mal humor.
El timbre sonó otra vez muchas veces seguidas, y entonces papá se cansó, fue hasta la puerta y cuando la abrió vio que era Papá Noel. No era tan gordo como en televisión y se lo veía cansado, no podía mantenerse de pie y se apoyaba un momento de un lado de la puerta, otro momento del otro.
—¿Qué quiere? –dijo papá.
—Soy Papá Noel –dijo Papá Noel.
—Y yo soy Blanca Nieves –dijo papá y le cerró la puerta.
Entonces mamá se levantó, corrió hasta la puerta, la abrió y Papá Noel todavía estaba ahí, tratando de sostenerse, y lo abrazó. A papá le agarró un ataque:
—¿Este es el tipo Julia? –le gritó a mamá, y empezó a decir malas palabras y a tratar de separarlos. Y mamá le dijo a Papá Noel:
—Bruno, no puedo vivir sin vos, me estoy muriendo.
Papá logró separarlos y le dio a Papá Noel una trompada y Papá Noel cayó para atrás y quedó seco sobre la entrada. Mamá empezó a gritar como loca. Yo estaba triste por lo que estaba pasando Papá Noel, y porque todo esto atrasaba lo del auto, aunque por otro lado me alegraba ver a mamá otra vez en movimiento.
Papá le dijo a mamá que iba a matarlos a los dos y mamá le dijo que si él era tan feliz con su amiga por qué ella no podía ser amiga de Papá Noel, cosa que a mí me pareció lógico. Marcela se acercó a ayudar a Papá Noel, que empezaba a moverse en el piso, y le dio una mano para levantarse. Y entonces papá otra vez empezó a decirle de todo y mamá a gritar. Marcela decía cálmense, entremos, por favor, pero nadie la escuchaba. Papá Noel se llevó la mano a la nuca y vio que le sangraba. Escupió a papá y papá le dijo:
—Maricón de mierda.
Y mamá le dijo a papá:
—Maricón serás vos hijo de puta, y también lo escupió. Le dio a Papá Noel la mano, lo hizo entrar a la casa, se lo llevó a su cuarto y se encerró.
Papá se quedó como congelado, y en cuanto reaccionó se dio cuenta que yo todavía seguía ahí y me mandó furioso a la cama. Sabía que no estaba en condiciones de discutir; me fui al cuarto sin Navidad y sin regalo. Esperé acostado a que todo quede en silencio, mirando nadar en las paredes el reflejo de los peces de plástico de mi velador. No tendría mi auto a control remoto, eso era clarísimo, pero Papá Noel dormía en casa esa noche y eso me aseguraba un año mejor.

sábado, 16 de febrero de 2008

No más FARC

Vaya novedad de 40 años. Las FARC mintieron,
mienten y mentirán. No les queda otra.
-o-
Poco para agregar a los certeros mandobles de Mario Vargas Llosa sobre la credibilidad de la banda terrorista narco-secuestradora farc de Colombia, apañados por el delirante caudillo populista de Venezuela. Hay que leer a don Mario.

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Por Mario Vargas Llosa
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viernes, 15 de febrero de 2008

"Atlas del Infierno", otro relato del argentino Alejandro Dolina

El Infierno, según El Bosco (1453-1516).
(Para ampliar ilustración, click sobre ella)

Enzo Lucione, el predicador, creía que la intimidación era el recurso para que los pecadores se arrepintieran. Durante toda su vida había recorrido el barrio de Flores, casa por casa, anunciando que se venía el fin del mundo, que el Juicio Final nos iba a agarrar a todos inconfesos y que el Diablo se estaba frotando las manos. Era un hombre brutal. Resuelto a defender la causa del bien, lo hacía sin misericordia. Muchas veces, agotados sus escasos argumentos, procedía a la conversión de impíos con una pistola Ballester-Molina que -según Lucione- era más eficaz que la Biblia. Lo habían echado del Ejército de Salvación, de los Testigos de Jehová y de los mormones. Junto a un grupo de amigos aficionados al tango fundó la secta Los esparos del Ñorse. Todos los sábados recorrían las milongas y mientras bailaban les murmuraban amenazas bíblicas a las muchachas, tratando de redimirlas, o en todo caso, de seducirlas. Lucione carecía de todo encanto. Su lenguaje era muy limitado y sus conocimientos casi nulos. Aconsejado por un chofer de camionetas, resolvió reemplazar sus discursos de compadrito por un folleto explicativo, cuya redacción encargó al bibliotecario Vicente Peluffo. Peluffo, que era ateo, tardó seis años en terminar el trabajo. En realidad, lo que hizo fue un brevísimo atlas del Infierno, prolijo, austero, despojado de toda grandilocuencia. Lucione protestó alegando que las calles que él recorría eran tan horribles que se necesitaba un Infierno muy riguroso para que los vecinos no lo sintieran como una mejora. Peluffo prometió corregirlo, pero nunca lo hizo. Transcribimos su texto completo.

DESCRIPCION DEL INFIERNO.

1) Ubicación
Las opiniones son muchísimas. Los romanos lo situaban bajo el Polo Sur.
Gregorio Magno hablaba de un volcán de las islas Lípari. Otros han señalado el
Etna, o el centro de la Tierra, o las Antípodas, o el Sol, o el valle de Josafat. En el Huon de Bordeaux se dice que el infierno es una isla llamada Moysant. Hugo de Auvernia jura que encontró la puerta del infierno en el lejano Oriente. Acerca de las puertas, se conocen varias: el pozo de San Patricio, en una de las islas del lago Derg, en Irlanda; el fondo de un lago cerca de Pozzuoli; la que se llama Averno, ubicada en el camino del cabo Tenaro, que fue la que utilizó Heracles para raptar a Cerbero; en la vecindad de Heraclea del Ponto, en Trecén; debajo de Jerusalem; en la boca de los volcanes; en Ceram, una de las islas Molucas. La principal de las entradas tiene nueve puertas: tres de bronce, tres de acero y tres de diamante.
En general se coincide en que el intierno está bajo la corteza de la Tierra. Los sabios de la Antigüedad creían que bajo los ínfimos sótanos estaban las raíces del Arbol de la Vida y del Arbol del Conocimiento, cuyas ramas superiores rozan el Trono del Señor.
Los griegos decían que bajo el Infierno había otra instalación aún más profunda: el Tártaro. La distancia entre la tierra y el Infierno era la misma que entre el Infierno y el Tártaro. Esta distancia fue precisada en distintas ocasiones y era exactamente la longitud recorrida en caída libre por un cuerpo al cabo de nueve días. Sin embargo, la palabra egea tar se relaciona siempre con la idea de
occidentalidad, así como salma indica la orientalidad. De este modo tar-tar
significaría "muy, muy al oeste".

2) Extensión
El propio Satanás midió una vez el Infierno, por orden de Cristo, y calculó que desde la puerta hasta el fondo había 100.000 millas. Resulta extraño que un establecimiento situado en el interior de la Tierra sea mucho más largo que el diámetro de ésta. Otra cuestión aparece: si el Infierno es eterno, la Tierra también debe serlo.
Pero hay dictámenes en disidencia: Milton no ubica al Infierno en el centro de la Tierra sino a una distancia tres veces mayor que la que nos separa del planeta más lejano (unos 990.000.000 de leguas); el jesuita Cornelio Lapide calcula unos 200 nudos. El ruso Salzman, que es jugador de dados, conjeturó que un lugar destinado a desagradar debía ser, ante todo, chico. Los réprobos debían estar amontonados unos sobre otros, sin privacidad, porque la privacidad es también la libertad. Salzman sostenía que así como en el cielo (o en el amor) el deleite está dado por quien nos acompaña, en el infierno el principal tormento consiste en la vecindad de personas poco recomendables.

3) Centros urbanos
Emmanuel Swedenborg, que recorrió prolijamente el cielo y el infierno, declara que las ciudades terrestres tienen su doble en las alturas y su triple en el abismo.
Existe una Londres celeste y una Montevideo infernal, para deleite de los bienaventurados ingleses y para tormento de los réprobos uruguayos. En todo caso, Swedenborg juraba que la vida de ultratumba no era una condena ni una recompensa, sino una elección. Los malvados elegían el infierno. O mejor dicho, el lugar que elegían los malvados se convertía por esa misma razón en el infierno.
Dante representa la ciudad de Dite, rodeada de fosos hediondos, torres de fuego y murallas de hierro. San Buenaventura cree que el infierno es enteramente urbano. Sin embargo, innumerables cronistas consignan la existencia del continente helado, al este del Orco. Allí viven las arpías, las hidras, las gorgonas y las quimeras. Es una región de tempestades perpetuas, de huracanes
y de granizo.
La capital del infierno es Pandemónium, que más que una ciudad es el castillo y cuartel privado del Diablo. Esta construcción puede considerarse una criatura, pues responde a las órdenes de Satán. Con sólo decir una palabra aparecen o desaparecen habitaciones, se abren o cierran puertas, etc. El Pandemónium manifiesta el mayor de los lujos, pero también el más tremendo horror. Desde sus torres más altas es posible ver todo el Infierno.
Además de las habitaciones del Príncipe del Mal, están los aposentos de los demonios principales: Asmodeo, Abadón, Mammón, Belial, Leviatán, Mefistófeles, Belcebú, Astaroth. Se trata de antiguos Serafines y Querubines, que después de la Caída se convirtieron en ministros y alcahuetes de Satán.
A pesar de los esfuerzos que se hacen por conservarlo, el Pandemónium muestra un aspecto bastante ruinoso. Esto sucede en todas las construcciones del Infierno.
Otros hablan de la Babilonia infernal, perpetuamente incendiada, recorrida por aguas turbias y cubierta por un cielo de hierro y bronce. Los vientos son helados o abrasadores. Las plantas son siempre venenosas y los animales son monstruos cuya razón de existir es atormentar a los condenados.

4) Hidrografia
Hagamos mención de los principales ríos: *Cocito: también llamado Río de los Lamentos, a causa de los lastimeros sonidos que en sus orillas resuenan. Su corriente es muy fría y se dice que sus aguas no son otra cosa que las lágrimas de los condenados. Se une con el Flegetonte, que es el río de las llamas, en una gran cascada de la que nace el Aqueronte.

* Aqueronte: es el río que atraviesan las almas para llegar al reino de los muertos.
Es un río lento, negro y profundo, de aguas amargas y orillas imprecisas,
cubiertas de cañaverales. Los romanos lo situaban en las cercanías del Polo Sur.
El barquero Caronte se ocupa de cruzar a las almas hasta la orilla opuesta del río.
Se trata de un viejo horripilante que conduce la barca, pero no rema. En verdad, obliga a las mismas almas a hacerlo. Por cada viaje cobra un óbolo y es por eso que los antiguos sepultaban a los muertos con una moneda en la boca. Cuando Heracles visitó los infiernos, le dio una soberana paliza y lo obligó a pasearlo.

*Leteo: es el río del que bebían los muertos para olvidar su vida terrestre. Se le llama también Fuente del Olvido. Algunos dicen que el famoso licor que limpia los ayeres no es otra cosa que agua del Leteo. Su curso es silencioso y apacible, aunque lleno de caprichosas sinuosidades. Los condenados procuran inútilmente mojarse siquiera con una gota de estas aguas para perder en dulce olvido el sentimiento de todos sus males. Pero jamás lo logran. La mismísima Medusa custodia esta corriente.
*Estigia: sus aguas tienen propiedades mágicas. Es el río en el que Tetis sumergió a su hijo Aquiles para hacerlo invulnerable. Los dioses lo usaban para comprometerse por juramento. El procedimiento usual era el siguiente: Zeus enviaba a Iris a llenar una jarra, ante la cual se juraba. Si el dios cometía luego perjurio le esperaba un castigo horroroso. Permanecía un año sin respiración. Tampoco podía comer ni beber. Finalizado ese año, quedaba durante otros nueve al margen de los dioses, sin participar de sus reuniones y festines. El río Estigia tiene origen en una fuente de la Arcadia, cerca de Nonacris, que tal vez quiere decir "nueve precipicios". Sir James Frazer visitó el lugar en 1895 y explicó la descripción de Hesíodo, que habla de pilares de plata, observando que durante el invierno enormes carámbanos cuelgan sobre los desfiladeros. La fuente brota de una roca y luego se pierde bajo la tierra. Sus aguas son venenosas, quiebran el hierro y los metales y no es posible llenar con ella ninguna vasija o recipiente sin que se rompa. Sólo los cascos de los caballos la resisten. Suele contarse que Alejandro de Macedonia murió envenenado por esa agua. Sin embargo, Frazer declaró que un análisis químico había revelado la ausencia de sustancias venenosas. Población La raza diabólica es muy numerosa. Algunos calculan que llega a sumar 10.000 billones.
En 1273, el cardenal de Tusculum recibió una revelación divina, conforme a la cual los demonios serían 133.306.668. La tradición hebrea hablaba de una cantidad menor: apenas 200, según el libro de Enoc.
Además de los demonios viven en el Infierno numerosos monstruos adjuntos que ayudan en las torturas y -por supuesto- los condenados. El número de estos últimos se obtiene calculando la cantidad de personas que han muerto desde Adán y restando a la cifra obtenida la suma de los que han ido al Cielo y al Purgatorio.

6) Decadencia del Infierno
El poder del Diablo es limitado. No puede estar presente mucho tiempo en un lugar. Aparenta belleza, pero siempre alguna parte de su cuerpo presenta una deformación. Lo quema el agua bendita. Lo sigue siempre una estela de olor inmundo. Pero tal vez, la peor de sus limitaciones sea la imposibilidad de ordenar y mantener una estructura tan enorme y compleja como el Infierno.
Todos están demasiado viejos. Los ministros se han vuelto perezosos. Los demonios más activos se cansaron ya. Las tentaciones tienden a la ineficacia. Los pactos diabólicos son cada vez más escasos. Esto no obedece a la derrota del Mal, sino más bien a su triunfo. Los hombres se condenan solos, por mera estupidez o malevolencia, sin que haga falta la intervención demoníaca. Una vez muertos, tampoco es necesario ocuparse de atormentados, pues ellos mismos cumplen esta tarea con insólita eficacia. De este modo, el Infierno está lleno de legiones ociosas que vagan entre las llamas sin saber qué hacer.

7) Ventajas del Infierno
Sin caer en el consuelo insolvente, hay que decir que el condenado puede hallar alivio a sus dolores merced al poder de adaptación que es proverbial en la raza humana. Al cabo de mil años ardiendo, uno empieza a acostumbrarse. Es esencial en un gran dolor su carácter sorpresivo.
En otro orden de cosas, quien se halla en el abismo no puede ser amenazado, y que la amenaza consiste en prometer un mal. El mismo razonamiento nos hace advertir que en el Infierno nadie tiene miedo. Y una cosa más: toda noticia es buena.

8) Caprichos jurídicos
Conviene que los espíritus leguleyos anoten estas normas extravagantes.
Es posible salir del Infierno, salvo que uno haya comido algo en él. Después del primer bocado, las puertas se cierran para siempre. Los tormentos son perpetuos e incesantes, pero Dios concede recreos. Tal vez el Día de Navidad.
Una leyenda de finales del siglo IV relata la visita de San Pablo y el arcángel Miguel al reino de la perdición. Al ver el sufrimiento de los pecadores rogaron a Dios misericordia. Jesús se presentó en persona en el Infierno y concedió a todas las almas la gracia de no sufrir tormento alguno desde la hora nona del sábado hasta la prima del lunes. San Pedro Damián cuenta que cerca de Pozzuoli hay unas aguas pestíferas desde donde surgen unos pájaros espantosos que sólo son visibles desde la noche del sábado a la mañana del lunes. Jamás se alimentan. No es posible cazarlos. Algunos creen que son almas de condenados que disfrutan del consuelo concedido por Cristo. Sin embargo, los ruegos de los santos no deben ser muy frecuentes: suele afirmarse que los huéspedes del Paraíso hallan deleite en contemplar el sufrimiento de las almas en el Averno. Cualquiera puede imaginar la escena: una morralla de papanatas celestiales asomada al abismo, burlándose con gritos chuscos, arrojando porquerías y escupiendo. Abajo, entre las llamas, los condenados alzan puños como brasas, mientras gritan:
-¡Hijos de puta!
Dios mismo pone fin a la vergonzosa escena, echando a patadas a la patota de santurrones.
El hombre moderno, ansioso de mediciones exactas, desea saber qué posibilidades tiene de salvarse. Julián Loriot, célebre orador del siglo XVII, elaboró estadísticas consultando a un resucitado: de cada sesenta mil muertos, uno va al Paraíso, tres al purgatorio y 59.996 almas marchan al Infierno. Juan Crisóstomo calculaba que no había más de cien elegidos en toda la población de Constantinopla. Un eremita se le apareció a San Bernardo en su lecho de muerte y le aseguró que de los treinta mil muertos de aquel día se salvarían sólo dos. En cuanto al Juicio Final, debe recordarse que tendrá lugar en el valle de Josafat, no lejos de Jerusalem, y después de la resurrección, que habrá puesto a los condenados en posesión de sus hediondos y deformados cuerpos. Cristo dictará la sentencia en lengua siriaca.
En 1274, el Concilio de Lyon fundó el purgatorio. Allí van los que no son malos del todo y pueden beneficiarse con las oraciones y actos piadosos de los vivos. Enzo Lucione repartió entre los vecinos el folleto creado por Peluffo pensando que una amenaza impresa es más eficaz que una verbal. Sin embargo, la gente siguió pecando. Los vigilantes, que saben de amenazas, enseñan que el mal prometido debe parecer inminente. No importa tanto la aspereza de un castigo como la certeza y proximidad de su ejecución. Los delincuentes menos dotados sometidos a interrogatorio suelen confesar sus crímenes sólo para terminar con las presiones y los cachetazos. No calculan que el precio de ese alivio será una terrible condena. Las mentes pobres no reaccionan sino ante peligros inmediatos. El Infierno es lejano y acaso inexistente. Agotados los folletos, Lucione abandonó su misión de salvar almas y se perdió en el olvido.


martes, 12 de febrero de 2008

Relato de Eduardo Belgrano Rawson: "Sangre y arena"

Por estos días, el matutino Clarín de Buenos Aires publica ficciones cortas de Eduardo Belgrano Rawson en su Suplemento Verano, Tiempo de ocio de los viernes. Los trabajos son textos inéditos o ya editados por EBR en secciones culturales de diarios y revistas argentinos.

Sangre y arena

A veces, cuando la televisión languidece, uno se queda enganchado con las corridas de toros. ¿Por qué habremos dejado morir esta fiesta maravillosa?, se pregunta. No será por horror a la sangre, pues Buenos Aires fue desde siempre la capital del degüello. Nada detestaban más los porteños, como se ha dicho, que una ejecución desprolija, cuando el verdugo no estaba en su día y su labor deslucía sin la fineza esperable.Sin embargo, en su momento, los toros fueron lo máximo. En la plaza se codeaban toreros de Andalucía con matadores nativos, que a veces lidiaban vestidos de gauchos o montados en otro toro. Otro rasgo inconfundible eran los banderilleros locales, que corrían aterrados por el ruedo y arrojaban sus artefactos desde docenas de metros. Por ahí le volaban un ojo a la bestia, cuando no a uno del público. La gente festejaba enardecida, mientras una lluvia de piedras caía sobre la plaza. Lo más flojo del programa era el momento de la estocada. Los matadores nativos no mataban un toro ni por descuido. Por ahí la bestia salía del ruedo con una espada clavada en la panza, entre la silbatina del público.En provincias la cosa no mejoraba mucho. Los rosarinos tenían su San Ferrnín, sólo que habían sustituído la novillada con diez chanchos engrasados.En cierta oportunidad trajeron a un siciliano que agarraba a un toro de los cuernos y lo ponía de espaldas.
Las corridas eran cada vez más decadentes, llegándose al colmo de presentar a los toros con defensas en los pitones. La tribuna pataleaba. ¿Cómo no enfurecerse si el toro salía a escena con bolitas en los cuernos? Pero el punto más bajo del espectáculo fue cuando las banderillas se reemplazaron por unos moños que se adherían al toro con cintitas de pega pega.
Para ver una buena corrida tenías que ir a Lima, famosa por sus mojarreros. Los mojarreros eran una cuadrilla de cholos que esperaban al toro sentados codo con codo en el centro de la plaza, mientras lo provocaban con unas capitas rojas y blandían sus chuzas de hierro. Cuando el toro arremetía procuraban clavarlo por donde fuera. Era imposible que lo mataran porque siempre estaban mamados. En cambio el toro los pisoteaba a su gusto y generalmente salía con un cholo entre las guampas.
Los mojarreros jamás entraban al ruedo si no estaban bien hidratados. No podía ser de otro modo. Chupaban para darse coraje. Este ritual se cumplía a un costado de la plaza. El público mascaba coca en silencio, arrebatado por la emoción. El objetivo era que el toro se redujera cuanto antes. El punto justo era cuando los cholos empezaban a verlo del tamaño de una chiva. "¿Qué le parece, compadre?",
preguntaba el dueño del aguardiente, que cumplía las funciones de espónsor. "Está queriendo encogerse", opinaba su compañero. "Tómese otro traguito", recomendaba un tercero. "Todavía está enorme", decía el primero frunciendo los ojos mientras evaluaba a la bestia que resoplaba detrás de unos palos. "Le falta un poco", admitía el titular de la damajuana, que mamado y todo no abandonaba sus ínfulas pues se consideraba la llave del espectáculo. Entonces su compadre decía: "Qué toro jodido para achicarse", mientras paseaba la vista por la tribuna que lo escuchaba pendiente. Bastaban estas palabras para que alguien saliera volando a buscar otra damajuana. Los mojarreros siempre tenían su hinchada durante aquellos preludios, que cada tanto daba su parecer para apurar el proceso. Sólo cuando todos los cholos veían al toro bien pequeñito, como si lo hubieran agarrado los jíbaros, ingresaban al ruedo entre bombos y cornetazos, para sentarse en la arena y allí esperar la embestida con sus chucitas de hierro. Un empresario trajo este número a Buenos Aires, pero fue un verdadero fracaso. Los indios locales eran muy pesimistas y el toro siempre les parecía más grande.

*** Los personajes de este relato pertenecen a la ficción.

lunes, 11 de febrero de 2008

El París-Dakar en la Argentina. Mirá si se lo iba a perder la primera dama...


Es cierto que Argentina, al menos, siempre ha sido una plaza fuerte en lo que hace al automovilismo deportivo.
El maximae maximorum (no me pidan que repita el latinazgo) del deporte de los fierros de Post Guerra Mundial II fue el Gran Premio de Carretera 1948 -épica locura de 14 etapas entre Buenos Aires hasta la ciudad de Caracas tras 9.576 kilómetros de recorrido.
Aun hoy, sesenta años de por medio, el nombre popular de la Buenos Aires-Caracas sigue siendo un sinónimo de la desmesura.
Para las nuevas generaciones de tuercas, en cambio, y a partir del resurgimiento económico de Europa, el sitial de lo más se lo apropiaron la Fórmula Uno y sus antecesoras y el Campeonato Mundial de Rally, cuyo crecimiento mediático hizo al desafío anual un evento anual por sí mismo, hasta con reglas propias
Pues bien: el Rally y su mejor estandarte, la París-Dakar, acaba de firmar su propia acta de defunción.
Los crecientes problemas de la prueba, tachonados de muertes de espectadores y participantes, se juntaron con la degollina de cuatro turistas europeos a manos de grupos armados irregulares obligaron a bajar el telón a la espera de mejores tiempos.
¿Y qué tendrá que ver todo esto con la supervivencia de un X-sport (deporte extremo)?
Que el Rally y el Grand Prix de calle, o carretera, recordaron aquella locura sexagenaria llamada Buenos Aires-Caracas y su heredera París-Dakar tendrá su nueva generación en el Rally Argentina-Chile, sin cambiar de nombre. Algo así como el Dakar Chileno Argentino.
Un parto de los montes, que le llama nuestra lengua madre. Claro que con una vitalidad propulsión a euros en cantidades alucinantes. Los norte-americanos tienen su propio circo tracción a dólares.
Y acá viene la historia. La cuestión, en Argentina, fue manejada por sus dueños como cualquiera acción comercial-financiera-promocional de cierta envergadura.
Pero no. Llegada la cuestión a estamentos oficiales argentinos, nuestro Poder Ejecutivo (más corto: la señora K) debe haber pensado algo así como: "¿Auspiciante? ¡Or-ga-ni-za-do-ra! Digo... or-ga-ni-za-dor. ¡El Estado Protagonista!
Y ahí empezó el jaleo. Encima, deben haber encerado los pisos el domingo y habrá habido varios cadetes, subsecretarios y ministros fuera de pista en cada recodo de la gran casona rosa-fashion de la calle Balcarce al 50.
Todo para llegar al mediodía del martes con Su Anuncio (personal,¿eh? in situ, ad hoc, de visu, urbi et orbi), de Su París-Dakar-Buenos Aires.
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Cristina anuncia la llegada del Rally Dakar criollo (Perfil.com-click aquí)

sábado, 9 de febrero de 2008

Clinton-Obama: dime qué subes y te diré quién eres.

Demasiadas órdenes de la señora ¿no?

Noam Cohen, columnista estrella en temas de tecnología de The New York Times, en plena cresta de la ola de las primarias demócratas analiza desde las entretelas de las ciencias (?) de la comunicación a la presencia de los dos hasta hoy supérstites de los combates del "supermartes" a través del estudio de sus estrategias desplegadas... en la web.
Puede sonar extravagante, pero el amigo Cohen logró en pocas líneas una creativa línea de ensayo y un texto divertido sobre un tema que, en manos de cualquiera del ejército de opinólogos profesionales disponibles podría haber haber terminado en un "salpicón" de gerundios. Un poco de tino y de buen gusto, en estos menesteres, hacen milagros. Clarín de Buenos Aires publica hoy el trabajo de Cohen y el resultado fue lo que sigue.
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En términos de estilo, Obama
es una Mac y Clinton una PC
Ensayo, por Norman Cohen (TNYT)

Los periodistas que cubren la campaña de los dos demócratas que siguen en carrera, Hillary Clinton y Barack Obama, ya recurrieron a los tradicionales análisis del estilo de cada uno de ellos, comentando como visten, hablan o ríen.
Sin embargo, según los especialistas en diseño, estos candidatos muestran una clara impronta de su estilo personal -tal vez una ventana a su alma- en sus sitios web.
Las diferencias entre hillaryclinton.com y barackobama.com pueden resumirse de la siguiente forma: Barack Obama es una Mac y Hillary Clinton una PC. Eso equivale a decir que el sitio de Obama es más armonioso, que tiene más espacio en blanco y una gama suave de azules. Su barra de tareas, que recuerda la del sitio iTunes de Apple, indica que se la pensó para un público más joven, que se siente cómodo con la tecnología.
"En el sitio de Obama todos los elementos están integrados con fluidez. Es como la experiencia de usar un programa en una computadora Macintosh", dice Alice Twemlow, directora de la carrera de Crítica de Diseño de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York.
A diferencia de barackobama.com, el sitio de Hillary Clinton se vale de una gama más tradicional de azules oscuros, los contenidos están divididos con líneas más contundentes y utiliza íconos no descriptivos junto a los ítem de trabajo voluntario.
Emily Chang, cofundadora de Ideacodes, una firma de consultoría y diseño web, detecta mensajes consistentes: "El sitio de él es más joven. El de ella es más solemne."
En tanto, el "dinamismo" que los expertos le adjudican al sitio de Clinton puede ser estratégico. Después de todo, Hillary Clinton hace hincapié en que trabajará con empeño para el estadounidense medio.
La campaña publicitaria de Apple critica la PC, a la que personifica como un hombre exasperante vestido de traje. Sin embargo, no queda claro que aliarse con la sofisticada Mac sea una buena política. El iPod es el reproductor de música dominante, pero la Mac sigue siendo una computadora de nicho. Puede entusiasmar a un estado anticonformista como Vermont, pero perdería ante la PC en una elección nacional.

viernes, 8 de febrero de 2008

Relato de Alejandro Dolina: El juego de pelota en Ramtapur


Informes del profesor Richard Bancroft, corresponsal de la Enciclopedia Británica.

Informe 1

Mas alIá de los confines del Nepal, no lejos de Katmandú, la ciudad que fue un lago, fuera de los circuitos de las caravanas, al sur o quizá al este del río que se llama Arum, se alzan las pardas murallas de Ramtapur.
AlIi, desde hace siglos, se practica un juego colectivo de pelota. Sus orígenes son imposibles de rastrear. Probablemente se trate de una costumbre muy anterior a los tiempos de Amshurvarma, el rey más célebre de la dinastía de los Takuris.
Los complicados reglamentos carecen de interés a los efectos de esta monografía. Basta decir que dos bandos de siete hombres cada uno se enfrentan para disputar la posesión de una pequefia bola de cuero o madera, la que finalmente debe ser depositada en un lugar predeterminado.
Los juegos se realizan en la Shanga, un antiguo estadio de piedra, cuyas amplias terrazas permiten la asistencia de casi todos los habitantes de la ciudad.
Los atletas que practican el juego de pelota son hombres admirados por su destreza y vigor. Se les rinden toda clase de homenajes y les está permitido permanecer sentados aún ante la presencia del Khan de Ramtapur.
Los equipos se distinguen por el color de su kaupina, un breve taparrabos que los cubre durante la contienda. Los principales son cuatro: el verde, el naranja, el azul y el azul oscuro.
Los habitantes de Ramtapur han venido desarrollando unas predilecciones personales que los conducen a asociar sensaciones de orgullo y plenitud con el triunfo de uno solo de los equipos y la derrota del resto. La orientación de estas preferencias no responde a razones previsibles, ni sus Iímites coinciden con los de las castas, las razas o los distritos.
Durante los primeros siglos de su práctica, el juego de pelota era solamente una diversión de los principes ociosos. Pero a partir de las Nuevas Reglas de la epoca de Prithvinarayan Shah, la población se fue interesando cada vez mas en los resultados del juego hasta convertirlo en el punto central de la actividad de la región.
El viajero que lIega a Ramtapur advierte inmediatamente que todas las personas se visten o se adornan con los colores de aquel equipo al que han hecho objeto de sus deseos de triunfo.
Las imagenes de los cultos de Narayana y Rudra son perturbadas muchas veces por pañuelos y banderas. Los hinduístas murmuran el nombre de sus atletas en interminables japas cuyo propósito es, tal vez, lograr que los dioses influyan sobre el juego.
Los menos creyentes procuran ayudar ellos mismos al triunfo de su equipo concurriendo a la Shanga y adoptando una actitud hacia quienes se les oponen. Para su mejor intelección, tales amenazas se profieren bajo la fórmula de cantos rítmicos cuyas normas de versificación todos conocen. Con gran dificultad he traducido algunos:

"Más fácil le será al ínfimo intocable
ser dueño de un palacio
que a vosotros, atletas verdes,
salir hoy de la Shanga
vivos y triunfadores."

"Un deseo hallará su tumba
en estas piedras.
Es el deseo verde:
el viento llevará noticias
de su menoscabada virilidad
hasta las chozas indignas
en las que moran."

"Observen, observen, observen
esa muchedumbre de hombres ineptos
muy pronto, al egresar de este recinto,
invadiremos sus cuerpos
del modo más humillante."

"Verde, verde, verde
intolerancia, intolerancia, intolerancia."

Informe 2

Me permito recordar en esta página que en Bizancio las carreras de carros entusiasmaban a las multitudes con la misma desmesura. Los azules eran los carros de los partidarios del emperador. Los verdes pertenecían a la oposición. Se decía que eran, además, monofisitas, es decir, que negaban la naturaleza Humana úe Cristo. el emperador Justlniano protegía a los azules, pero la emperatriz Teodora era verde. En enero del 532, después de grandes disturbios y saqueos, verdes y azules se unieron en una revuelta que hizo temblar al imperio.
En Ramtapur, los asuntos políticos no tienen suficiente dimensión como para vincularse con el juego.
La población consiente la injusticia y soporta la pobreza, siempre que no se perturben sus peculiares anhelos de gloria.
La idea del honor entre los habitantes de Ramtapur es absolutamente desaforada. Toda ofensa es irreparable y casi cualquier cosa es una ofensa. Podría decirse que las cuestiones de honor están relacionadas con la idea que un hombre tiene de sí mismo. En Ramtapur, todos son capaces de admitir su condición limitada, salvo cuando consideran su simpatía por uno de los equipos del Juego. En ese caso, sus personas son de un valor infinito y los agravios que se les infieren, mortales.
Tomar en vano el nombre de un atleta es arríesgarse a ser asesinado por sus partidarios. Los objetos relacionados con cada equipo son sagrados y su profanación se paga con la vida.
Estas cuestiones dividen a las familias y colocan muchas veces al hijo contra el padre, al hermano contra el hermano y al amigo contra el amigo.
Casi todas las noches aparecen cadáveres de personas que han ofendido la dignidad de algún color. Esta clase de muerte ocupa el segundo lugar entre las más frecuentes de Ramtapur, después del aplastamiento por aludes de nieve. Las autoridades locales casi nunca intervienen y las instancias superiores son imperceptibles a causa de las distancias y las dudas jurisdiccionales.
Los artistas han abandonado para siempre los temas tradicionales. Los tallado res de maderas ya no se demoran en las arduas escenas de la lucha entre los Pandava y los Káurava. Los modeladores de arcilla dejaron de amasar las pintorescas estatuas del dios mono Hánumat. Todos ellos prefieren las figuras de los atletas, casi siempre como avatares herético s deVisnu.
Los pintores budistas de la ciudad se complacen en representar a los jugadores de pelota con centenares de brazos y numerosas cabezas y ojos, a la manera de Avalokitésvara. Los narradores de historias desprecian a los demonios, las princesas y los dragones de las literaturas clásicas para referir las hazañas de Bahadur Mukerji o de El gran Birendra, aunque tengo para mí que el mejor de todos ha sido Narasimha, el mago de los azules.

Informe 3

He sabido que algunos mercaderes acostumbran a instalar su pira funeraria en el mismo estadio de la Shanga para que sus cenizas se desparramen en ese foro y transmitan a los atletas amados fuerza, coraje y determinación. Para evitar que estos despojos vengan a beneficiar a la facción equivocada, cada equipo reserva para sus ceremonias fúnebres un sector del terreno, que los atletas pisan descalzos antes de cada justa.
Los filósofos, los mandarines y los hombres santos, especialmente los verdes, los naranjas y los del azul oscuro, se han alejado de la vida y de los senderos de salvación y se han esforzado en construir unas falsas noblezas, hijas de la sacralización de los gestos más vulgares de la plebe.
La comprensión del universo, la conquista de la sabiduría, el dominio de nuestros impulsos indignos, son vistos en todas partes como desórdenes mentales. El amor ha sido reemplazado por una modesta lujuria en los días de victoria. Toda energía debe ser consagrada al deseo. Y el único deseo es la victoria en el juego.
Adivino el estupor de lós doctores al advertir en Ramtapur pasiones tan occidentales. En Oriente, uno no es su deseo y la idea agonal del triunfo desinteresado es siempre un despropósito. Conjeturo que el juego y sus tribulaciones fueron introducidos por alguna caravana de viajeros occidentales.
Azules: el triunfo es nuestro glorioso pasado, nuestro inevitable futuro y nuestro ilusorio presente.

Informe 4

El maleficio de la civilización occidental llegó a estas remotas alturas de un modo tardío e imperfecto, pero también inexorable. La radio y la televisión de Ramtapur son hospitalarias con las bagatelas internacionales. Sin embargo, casi todas las trasmisiones están destinadas al juego de pelota y sus asuntos anexos. A lo largo de los años, los nombres de los ganadores, las fechas de sus victorias y aun las mínimas incidencias del juego, han ido formando un gigantesco y superfluo corpus de nociones en cuyo dominio se ejercitan todos los gandules de Ramtapur.
Gentes piadosas que antaño memorizaban los interminables versos del Rig-Veda se afanan ahora en repetir el nombre de los autores de las más remotas anotaciones. Alrededor de esta vana erudición cunde la controversia. El homicidio no es el argumento menos común.Escribo estas líneas sentado en el café Thâkur. De pronto, irrumpe una pandilla con la divisa naranja. Llevan la barba recortada según la última moda, hacen sonar unas grandes matracas y se abren paso a empujones. Cuando ven mi pañuelo azul, me escupen y tumban mi mesa.
Estos grupos salen a la calle a celebrar las victorias o lamentar las derrotas cometiendo robos, violaciones, saqueos y asesinatos. Todos los crímenes se cometen al son de unos instrumentos, mientras se cantan canciones como las que hemos glosado en el informe número uno.
Estos procedimientos dejan la ilusión de un rito, lo cual, para los habitantes de Ramtapur, es garantía de impunidad. Las fechorías rítmicas no son castigadas por la ley. Muchos sospechan que aprovechando este exotismo jurídico, las bandas de delincuentes se hacen pasar por fanáticos, pero yo no creo eso.

Informe 5

Recién ahora comprendo la naturaleza de la fuerza principal que empuja a los adictos al juego de pelota. Es el odio. Un odio perfecto, no contaminado por los intereses, por el afán de lucro, por la lujuria negada o por la propiedad usurpada.
Este encono artificial, construido a lo largo de generaciones, es más intenso que cualquier otro. No necesita explicación. No admite reconciliaciones. Las gentes de Ramtapur, los ricos y los menesterosos, los brahamanes y los parias, van al estadio de la Shanga a odiar. Los pobres de espíritu, incapaces de cualquier energía pasional, sienten correr por su sangre una ira más grande que ellos mismos, un furor que los posee con majestad foránea.
Reducido a su simple apariencia, a su mera caligrafia burguesa, el juego es inocente y anodino. Sólo quienes lo comprenden de verdad pueden captar su magnitud heroica. Y para comprenderlo hay que odiar. Compadezco al mero inglés que se contenta con las emociones del crocket. El que ha oído el alarido sanguinario de la Shanga ya no puede regresar. Anoche, en el defectuoso lupanar de Ramtapur, un mercader, tal vez narcotizado con hierbas de las alturas, denigró a los azules con gritos de la mayor obscenidad. Abandoné unos brazos que me acariciaban en vano para constituirme ante el ofensor.
-El caballero puede arrastrarme por el cieno, si es su deseo, ya que no soy nadie. Pero la mínima afrenta a la divisa azul se lava sólo con sangre.
Lo maté con mis manos, lentamente.

Gloria al pabellón azul,
inmundicia de perro
sobre las otras banderas.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Hillary, en su "supermartes" desalentó a tiranuelos chavistas: no al populismo

Pueda que quiera decir algo. Pueda que no. Pero la candidata demócrata que se perfila en los EEUU -otra donna, Hillary Clinton- entre las escasas pistas que arrimó acerca de los componentes de su política exterior al ganar el "supermartes", habló de su aversión a los populismos latinoamericanos.
No se trata de salir con la matraca a festejar, pero para los desnutridos cenáculos democráticos y republicanos de la región puede que éstas definiciones de HC expresen algo saludable. ¿Será cierto que los yanquis archivaron la idea de apoyar la proliferación de tiranuelos bajo la excusa de `será un hijo de p... nuestro, pero es un hijo de p... nuestro´?
Por lo menos, que se asusten un poco los (¿ex, post, cripto, filo, cuasi?) montoneros en el poder. Ya sabemos que se asustan fácil.
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Dijo que es el peor enemigo de América latina; prometió ayuda
LANACION.com Exterior Miércoles 6 de febrero de 2008


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El independiente Perfil y el proferidor de "imbecilidades". (click aquí)
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domingo, 3 de febrero de 2008

Post V: acerca del noble oficio de heraldo


Las palabras son un remedio infalible para contrarrestar los efectos del tedio. Siempre están dispuestas a hacernos creer más listos, más sabios o más justos de lo que somos con el solo recurso de hacerlas brotar de la pluma o el teclado, de abrir un libro, obra maestra o diccionario, crucigrama, o inicio de una partida de scrabel.
La Página del Idioma Español es pionera en la promoción de nuestra lengua en la Internet y en la búsqueda de nuevos espacios para nuestra lengua en la red global.
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N. del E.: El efecto ansiolíticoy balsámico de las Divinas Palabras en personalidades deprimidas por la prédica de tiranuelos criptofascistas es reconocido en los mejores centros neuropsiquiátricos del Tercer Mundo.
Úsese sin moderación.
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Sostenida por la organización no gubernamental Asociación Cultural Antonio de Nebrija, mantiene el Foro Cervantes de discusiones sobre el idioma español y el boletín de semántica y etimología La palabra del día.
Es gratuito y se obtiene en
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Quien se registre podrá recibir las novedades de la organización, ingresar al grupo de discusión, leer artículos de los colaboradores de la entidad y disponer una guía biblográfica de las publicaciones de El Castellano y organizaciones afines.Para comunicarse con miembros de la entidad:
www.elcastellano.org/formulario.html
En cada envío del boletín se incluye una palabra en español con su significado, ejemplos de su uso y una detallada etimología.
Aquí, un ejemplo de nuestra sección Divinas Palabras, tal vez la más apreciadas por sus editores, y acaso por eso de las más sacrificadas en su periodicidad. Hoy le tocó a heraldo. Y vea el lector atento por dónde tan antiguo y prestigioso vocablo resulta el padre del lunfardo porteño farabute.

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heraldo
Proviene del francés heraut, derivado del vocablo franco heriald, que significaba ‘el que dirige el ejército’, formado por heri (ejército) y waldan (ser poderoso), esta última enraizada en el indoeuropeo wald- (ser fuerte). Esa palabra puede ser hallada en antiguos textos de Escandinavia, como Haraldr, y de la Baja Alemania, con la forma Heriold. Sin embargo, las actuales Herold, del alemán, y herald, del inglés, se difundieron a partir del francés, como ocurrió, por otra parte, con esta palabra en todas las lenguas romances.
En su Diccionario español-latino (1495), Nebrija registraba faraute, ya que en aquella época el castellano cambiaba por una f la h aspirada que existía por entonces en francés. El diccionario de Nebrija se ocupa de ‘faraute de lenguas’, que es el nombre más antiguo en español de la profesión de intérprete, un significado que proviene del hecho de que el faraute había sido en cierta época un mensajero de guerra que necesitaba conocer otras lenguas para comunicarse con el enemigo o con aliados de otras tierras. Con ese sentido figura en este texto extraído de la obra anónima La vida y obras de Estebanillo González, de 1646:
Sirvióme a mí de padrino mi faraute Garci Ramires, y a el retador otro estudiante, camarada suyo. Pusiéronnos una mesa y encima della dos vasos pequeños, para que empezásemos nuestra batalla; y dos pipas y un papelón de tabaco picado, [y] un candelero con una vela encendida, para que se entretuvieran los padrinos mientras durase la refriega.
En Covarrubias (1611), el faraute era también el actor que hacía la presentación al comienzo de una comedia; pero la palabra no demoró en derivar hacia acepciones peyorativas, pues se convirtió de mensajero en ‘alcahuete’ y en ‘criado de prostitutas’. En italiano la palabra tuvo una trayectoria similar y se convirtió en farabutto, con el sentido de holgazán o bellaco, de donde pasó al lunfardo rioplatense como farabute, con el mismo significado.
Pero mientras faraute seguía esos derroteros, la forma heraldo continuaba su propio camino en español, designando al militar que marchaba al frente del ejército portando escudos y blasones, como en esta traducción de Orlando Furioso, publicada en 1549:

Un hielo cada moro se volvía,
y cualquier escocés la llama pura:
cada cristiano el brazo parecía
de Renaldo tener, y lanza dura.
Sobrino con su gente arremetía,
sin esperar heraldo o más ventura:
aquesta es la mejor de las mejores
de capitanes de armas y señores.

De heraldos como éste, que erguían el blasón de su rey para comandar el ataque, nació en francés el nombre de la heráldica, que en nuestra lengua designa el ‘arte de los blasones’. Curiosamente, en ese ir y venir que aparece con tanta frecuencia en la historia de las palabras, la voz francesa heraldique se formó a partir del latín medieval heraldus, originado, a su vez, en el francés héraut.

Hoy comamos y bebamos, y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos

Otra vez licencia para la imaginación. En el hemisferio Sur, los políticos cautos evitan los sofocones de las inauguraciones con el sol a plomo y, por fortuna, también optan por hablar poco. Como siempre, hablan los que no tienen nada para decir, y los que saben, callan. Doble satisfacción: nos regalamos con otro relato de Eduardo Belgrano Rawson (por cuenta del suplemento Verano del matutino Clarín de Buenos Aires) y nos enteramos de un asunto asunto de pasiones y traición decididamente rioplatenses.
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Pacheco no fue

Que de dónde sacaba yo esas basuras, me preguntó un día viernes.mi abuela. Que ella me habia lIenado de historias pero yo como si nada. Tal vez, se me ocurre ahora, porque eran demasiado redondas. Uno precisa más bien una idea que se vaya desplegando. ¿Acaso no decía el finado Chandler que a una novela se la destila?
Las conversaciones ajenas tampoco te aportan mu­cho. La gente siempre dice lo mismo. Ni siquiera de un teléfono ligado se puede sacar algo bueno. Algu­nas conversaciones parecen calcadas, como las que sostienen aquellos matrimonios deshechos cuando se reúnen a intercambiar argumentaciones torcidas en cualquier confitería del centro.
Lo que sobra son esos rumores de baja estofa que pueden oírse en el colectivo, como aquel de las ratas embandejadas que comenzaron a verse en las hela­deras de los restaurantes chinos. O esa boda famosa que terminó en un escándalo. No se si ustedes se acuerdan. Cuando el cura hizo la pregunta de prác­tica (que lo dijera 0 callara para siempre) un tipo de la última fila saltó como un escorpi6n, suponiendo que un escorpión haga eso. Después de tratarla de reputaza, le gritó de todo a la novia. A continuaci6n intervino la parentela y hubo una batalla campal en el atrio.
A veces estos rumores adquieren tal virulencia que terminan saliendo en el diario. A veces el propio diario se encarga de desmentirlos. Eso mismo sucedió con el casamiento en cuesti6n. Luego de reseñar el escándalo, la prensa dio marcha atrás. "No hubo tal casamiento", debió admitir el diario. Creo que fue La Nación. El propio cronista reflexionaba: "¿Des­de cuando preguntan en una boda si alguien tiene algo que decir?".
Mientras más suculentos vienen los chismes, mas rápido se desinflan. O resucitan periódicamente. "¿Sabes que las cloacas de Buenos Aires estan lIenas de iguanas?", oí decir a una chica. Que me cuentan. Este es un rumor reciclado que corrió por Nueva York hace como treinta años. Ahí también se les dio por desprenderse de sus mascotas. S6lo que eran caimanes en vez de iguanas. Alguien tiró unas crías al inodoro, con los efectos descriptos. Hasta hubo una película. Podría seguir con la lista, pero no vale la pena. Todas esas patrañas se olvidan en un suspi­ro. Las cosas realmente buenas jamás se transfor­man en chismes. Generalmente mueren con sus propios protagonistas.
Yo escuché algo una vez que quisiera no haber escuchado. Tenía conflicto y remate, como todo lo que contaba mi abuela. Se podría resumir en tres líneas, como exigen los buenos dramas. Tal vez a rni me lleve algo más. Mejor no diré cuando fue. Sólo puedo adelantar que vino a través del océano. Suce­dió a bordo de un buque: un típico drama del mar, si ustedes me lo permiten. Habría que ser Joseph Conrad para contarlo como es debido. Pero haremos lo que podamos.
Íbamos saliendo por el Río de la Plata en aquel velero que olia a cerdo viejo y mojado. También olía igual que mi amigo. Al estilo de mi abuela, que de­jaba un ramito de yerbabuena y poleo entre las sá­banas limpias, mi amigo siempre guardaba una vela del barco en el fondo del placar. Por eso sus camisas hedían como un remolcador del Riachue­lo.
-Yo timoneo -dijo mi amigo-. Vos escribí tranqui­lo.
Íbamos a la costa uruguaya. Mi amigo pensaba que durante aquel corto viaje uno daría comienzo, por fin, a su novela marina. Pero uno estaba marea­do. De pronto la radio dijo:
-LPQ Pacheco, LPQ Pacheco. O algo asi.
Alguien quería llamar a su casa. Tal vez un mari­no mercante. Durante la pr6xima hora nos volvería locos con sus reclamos a la emisora de enlace, una estación de la costa conocida como Pacheco. Si uno deseaba comunicarse desde el océano, debía pasar por Pacheco.
Nuestro propio equipo de radio era lo único relu­ciente en ese viejo camello. Treinta años antes había sido el mejor velero del río. Ahora estaba venido a menos. Era todo lo que le quedaba a mi amigo, des­pués de haber perdido el trabajo, su tercera mujer y un departamento en ·Palermo.
De modo que fuimos dejando atrás la costa de San Isidro, en aquel setiembre soleado. Se avecinaba una tragedia marina, pero nosotros seguíamos en el me­jor de los mundos. Era un martes por la mañana. Es lindo navegar entre semana. Conozco miles de historias sobre los floaters, vagabundos del río que, co­mo uno, salen a navegar en un día laborable. Un tipo tenía una novia en Colonia, al otro lado del río. Todos los viernes zarpaba en su velerito para ir a visitarla. Compraba una bolsa de maní en el puerto y durante la travesía, para matar el tiempo, iba te­jiendo un pulóver. Hay toda clase de gente en el río.
Entonces eran contados los yatecitos con radio.
Había que ser un magnate o un insolvente como mi amigo para tener semejante cosa. El río era un lugar amable. Hoy el éter está plagado de gente que voci­fera y putea a medio mundo. Incluso hay una seño­ra que simula a todo micrófono unos orgasmos geniales. Desde otras radios le gritan. En el canal de emergencias no cabe una palabra más. Mejor que nadie requiera auxilio. Si un día se vuelve a hundir el Titanic, aquí pasará desapercibido.
-LPQ Pacheco -dijo la voz.
Cuando el operador de Pacheco atendió la llamada del buque, le ordenó pasar al canal 25. Nosotros hi­cimos lo mismo, disponiéndonos a escuchar aquella conversación ajena que venía allende los mares. Pen­sé en lo maravilloso de llamar desde el océano Índi­co a la propia casa de uno, aun para ventilar cosas en público.
-Lo comunico -dijo Pacheco.
Cuando se produjo el contacto casi podía sentirse el resuello de cada uno. Oímos llamar el teléfono hasta que levantaron el tubo y un hombre dijo:-Hola.
Hubo un silencio aterrador.

La voz del buque sonó extrañada. -¿Quién habla? -dijo.
Otra pausa del carajo. Y entonces, con claridad, se oyó que en la casa cortaban.
-Cortaron, señor -dijo el operador de Radio Pache­co, súbitamente amable.
-¿Cómo que cortaron? ¿Usted llamó al teléfono tal?
-Sí, señor. A ese número llamé -dijo con displicencia el operador, quizá medio contento. y recitó cada uno de los seis números.
-Habrá sido equivocado ... -dijo la voz del buque.
-No, señor -dijo Pacheco.
-Pruebe de nuevo, ¿quiere?
Había un Norte tan suave que apenas lamía el agua. Mi amigo timoneaba callado, con los ojos so­bre las velas. Ahora el operador de Pacheco había caído en un frenesí de eficiencia.
Volvió a llamar tan rápido que no dio tiempo a nada. El teléfono sonó cinco veces. -Hola -dijo una voz de mujer.
-Hola -dijo la voz del buque.
Nosotros ni respirábamos.-Querido ... ¿Cómo estás?
-¿Quién atendió? -dijo la voz del buque.
-¿Cómo que quién atendió?
-Atendió un tipo.
-¡Pero no! -dijo ella- Habrá sido equivocado.
- El teléfono sonó como en casa.
-Vos estás loco.
-Apareció uno que dijo hola ...
-¡Te juro que ... !
-¡Ay, querido!
-Prefiero que me cuelguen el tubo a que me tomés por tarado.
-¡Ni siquiera sonó el teléfono!. .. -gimió ella.
Su voz sonaba desesperada. Daban ganas de abra­zarla.
-Habrá sido Pacheco -musitó.
y entonces, como una cobra que ataca, el operador de Pacheco apareció de nuevo en el aire:
- Pa - che - co - no - fue -declaró.
Cada vez que evoco este diálogo me corre un sudor por el pelo. Ha pasado bastante tiempo, pero aún me siguen sus voces (Pacheco no .fue). Me la imagino a ella en el cuarto, tumbada sobre la cama, comple­tamente desnuda, bellísima y arrepentida, enamo­rada a pesar de todo, con los ojos llenos de lágrimas. Lo veo al caballero del buque, devolviendo gentil­mente el micrófono al operador vespertino, saliendo de nuevo afuera con el aplomo de un hombre, to­mando su turno en cubierta bajo la noche estrellada. Lo veo al otro imbécil entre las sábanas, dejando arder el último pucho, maldiciéndose por lo bajo.
Otras veces me digo que las cosas no fueron así.
Que no hubo tal hombre en la cama. Que nadie col­gó el teléfono. Que todo fue una sucia maniobra del operador de Pacheco.
Pero ni yo me lo creo.

*** Los personajes de este relato pertenecen a la ficción.