El pensador catalán José Álvarez Junco pasó por primera vez en su vida de un hemisferio a otro para visitar Montevideo y Buenos Aires en plan académico. Dejó verdades obvias y contundentes como un acorazado en el puerto.
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Esta semana que termina, el matutino La Nación de Buenos Aires publicó una entrevista que la periodista Carmen María Ramos le realizara al viajero, quien es director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de España y, por virtud de ese cargo, Consejero del Estado Español. Entre otras obras, sus libros La ideología política del anarquismo español (1976), El emperador del Paralelo (1990, biografía política de Alejandro Lerroux García, jefe de Estado por un breve período de la Segunda República Española) y Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, premio nacional de ensayo en 2002, en el que hace una aproximación desde el análisis historiográfico y alejado del esencialismo que dominó el antiguo debate sobre el Ser de España. A raíz de esta obra y por el contexto político, tuvo una interesante polémica con su colega de la Complutense y también politólogo Antonio Elorza sobre la idea de nación española.
El resultado del reportaje es un texto ameno, claro y conciso que pone en su lugar algunas ideas en torno del populismo, esa tentación que parece tomar nuevos bríos en nuestro subcontinente americano.
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Los intelectuales del mundo y LA NACION
Lo dice el catedrático José Alvarez Junco
2 comentarios:
La democracia, que en lenguaje llano vendría a ser algo así como el ejercicio consensuado de la libertad, en países como éste se confunde con el "yo hago lo que quiero porque estamos en democracia". No importa si una actuación determinada perjudica a otro; la gente se llena la boca con la palabra democracia y se lleva por delante lo que haya con tal de manifestar su opinión. Y así vivimos como vivimos: en un entorno cada vez más castigado con cortes de calles y de rutas y delitos cada vez más violentos, que provocan caos e inseguridad crecientes. Pretender que las normas se cumplan se confunde con represión, desde las más altas instancias del poder hasta el ciudadano común, y el desorden que esto genera hace que la vida sea cada vez más complicada (y menos democrática)...
Por eso se agradece la lectura de entrevistas como ésta, que en pocas y claras palabras pone las cosas en su lugar y llama democracia a la democracia.
Querida Ángels: Gracias por prestar la atención a este hombre, y a sus terminantes y gentiles dichos.
La cuestión, creo, pasa por la creciente tendencia de los políticos mediocres, supuestos protagonistas del juego de la democracia, a evitar el juego de las instituciones. Nuestros constitucionalistas, programaban. Es decir, buscaban los mecanismos institucionales para que el bien común no fuera un botín de los oportunistas.
¿Porque un grupo que accede al poder declara su deseo de permanecer en él no menos de doce años, si las normas que favorecen la renovación hablan de cuatro años por vez, o seis?
La democracia, un estadio superior de las sociedades organizadas (¿o no?) prevé turnos (tiempo u ocasión de hacer una cosa por orden, DRAE), y no dinastías (familia en cuyos individuos se perpetúa el poder o la influencia política, económica, cultural, etc., DRAE).
José Luis
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