miércoles, 18 de julio de 2007

ARGENTINA: AHORA, LE TOCA AL TOILET-GATE



-¿Yo, señor? No señor.

-Pues, entonces: ¿quién lo tiene?

Otro juego del Gran Bonete está en marcha en la Argentina desde que arrancó a fines de junio el toilet-gate ya bautizado así por la síntesis sajona que acuñaron medios internacionales.

Mientras el presidente argentino ponía en funciones en la tarde de ayer al nuevo ministro de Economía Miguel Peirano en reemplazo de su ex jefa Felisa Miceli, esta a su vez heredera de su ex jefe Roberto Lavagna, hoy uno de los emergentes del variopinto bloque opositor.Miceli resultó el primer jefe de los negocios del Estado en medio siglo en dejar el cargo no por resultados adversos de su gestión, sino por sospechas judiciales de maniobras ilícitas, nacidas de una sorprendente casualidad.
Es que la ministra saliente se dejó unos dinerillos (una cifra que oscila entre 65.000 y 240.000 dólares, según la fuente, sospechosos o sospechados) olvidados en el vestidor adosado a su cuarto de baño privado ministerial, en una bolsa de compras. Sí, de ésas de los shoppings. Una casualmente certera brigada antiexplosivos controlaba sectores sensibles del edificio cuando se topó con la novedad.


¿El origen del olvido?

Bien, gracias por preguntar. Miceli aseguró que era dinero propio, prestado por su hermano –profesional-empresario también ligado al ministerio, vaya uno a saber por qué- para cambiar de casa.

La actual morada de la ex ministra, de barrio de clase media, no luce nada mal, pero tampoco es un palacio.

Lo que sí puede afirmarse es que con el valor del actual lar familiar, digamos unos 100.000 dólares, y un aporte fraternal (¿por qué no?), con unos 165.000 o 340.000 dólares en Buenos Aires puede obtener una buena residencia.

Calculado sobre la base de propiedades y ubicaciones semejantes, deberíamos multiplicar por 2,5 o 3 para llegar al valor lo que se obtiene por inmuebles equivaletes en ciudades del primer mundo.

Al parecer de un amigo experto –más que experto, ávido de trapisondas de tres ceros en adelante- lo que nos ocupa ahora no huele a un olvido en medio de un cambio de casa. Y aquí viene la...


Saga tragicómica del ladrillo
Así se llaman los paquetes de mil billetes de cien pesos envasados al vacío que el BCRA –Banco Central de la República Argentina, máxima autoridad monetaria del país, equivalente, con perdón, a la Reserva Federal estadounidense, o al Banco Central europeo– usa como giga-unidad en sus envíos diarios de efectivo a bancos y financieras de todo el país. El precinto numerado del BCRA y el envase al vacío son simples herramientas administrativas internas del intercambio entre éste y sus clientes. La rigurosidad en la confección del ladrillo-mega-billete por parte del gran proveedor ahorra engorros al momento del toma-y-traiga.
Uno no cuenta uno a uno mil billetes de cien pesos –32.000 dólares, aprox.– cada vez. Viene el camión blindado de la empresa contratada por el expendedor BCRA y deja medio millón en cinco ladrillos. El destinatario confía en el esmero del pagador, y acepta, por conveniencia de seguridad, la cifra. Y firma. ¿Cuántas veces acepta el acreedor de una operación en su banco la celeridad de su pagador, con tal de no menear en público que se lleva unos cuantos billetes grandes? Las crónicas policiales sobre las salideras bancarias son cosa de todos los días. ¿Entonces..?

Entonces
los oportunos bomberos que el día fatídico revisaban retretes dieron con la bolsa shoppinera que... contenía el ladrillo y dólares, éstos ignotos. Y así lo consignaron puntillosamente. Muy puntillosamente, demasiado para los usos argentinos.

Con los datos, el BCRA aseguró al fiscal que ese ladrillo, el que hallaron e inventariaron los estratégicos buscabombas, venía de una antigua pero pequeña financiera, dedicada a créditos de bajo monto a jubilados.

¿Pero...?
Pero ese dato, tan preciso, sobre el itinerario y destino del ladrillo volador le consta al BCRA y no a la financiera.

¿Cómo?
Como que en el remito de la transportadora de caudales o el recibo de la financiera nada dice de cinco ladrillos número..., sino de 500.000 pesos de curso legal.
Los directivos de la financiera en cuestión –Caja de Crédito Cuenca, de un distrito industrial de extramuros de la Capital argentina– dijeron que en las fechas contemporáneas al episodio habían recibido 500.000 pesos del BCRA, pero no les constaba la identificación que sugería el Banco, pues jamás se ocuparon de controlar la identidad individual de cada ladrillo. Agregaron que no tenían como clientes ni destinatarios de ningún pago a la ex ministra o su hermano, y en el período investigado no habían realizado ningún pago por cifras mayores a 100.000 pesos que eventualmente justificaran entregar un ladrillo sin fraccionar, modalidad que, por otra parte –aseguraron sin rubrizarse–, no se practica en las cajas de la institución.

Como se suele decir por el Río de la Plata, se configura un escenario como para alquilar balcones. O alguna otra estructura no inmueble, sino vehicular. Lo más veloz que sea posible.

A partir de ahora, cambia el juego.

Del Gran Bonete al Antón Pirulero. Cada cual atiende su juego.

Esta película también la hemos visto.

La crónica que publica ayer el matutino La Nación de Buenos Aires sobre las aclaraciones que oscurecen de los financistas –en un pandemonium que intentó ser una conferencia de prensa– es una fiel instantánea del nuevo juego, para nada infantil.


Marijuán respondió las críticas de los ejecutivos de la financiera
LANACION.com Política Miércoles 18 de julio de 2007






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