miércoles, 28 de noviembre de 2007

Post III: Los vocablos "atuendo" y "alcahuete"



Las palabras son un remedio infalible para contrarrestar los efectos del tedio. Siempre están dispuestas a hacernos creer más listos, más sabios o más justos de lo que somos con el solo recurso de hacerlas brotar de la pluma o el teclado, de abrir un libro, obra maestra o diccionario, crucigrama, o inicio de una partida de scrabel.
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Aquí, dos ejemplos, a falta de uno:
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atuendo
(DRAE:atuendo. (Del lat. attonĭtus, asombrado).
1. m. Aparato, ostentación.
2. m. Atavío, vestido.
3. m. pl. Ál. y Cantb. Aparejos y ornamentos de las caballerías.
Ostentación, atavío, vestido.
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La estruendosa ostentación de los reyes medievales, que se presentaban en público vistiendo sus ropas cargadas de oro y pedrería y precedidos de estridentes bandas musicales, era llamada en bajo latín addondo, voz proveniente del verbo attonare (llenar de estupor; aturdir) y de su participio pasivo attonitus (asombrado, golpeado por un rayo). En español se registró primero atondo, que se refería precisamente a la pompa, el aparato, la ostentación, el fausto que eran propios de la majestad real.
Atondo y luego atuendo tuvieron inicialmente ese significado que después se generalizó, además de la pompa, para las ropas, los utensilios y los muebles de los monarcas, hasta que finalmente acabó por limitarse a designar apenas el vestido, primero de los reyes y luego de todo el mundo. Cabe mencionar que atuendo sufrió además la influencia de ‘trueno’ y dio lugar también a estruendo.
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alcahuete, ta.
(DRAE: Del ár. hisp. alqawwád, y este del ár. clás. qawwād). 1. m. y f. Persona que concierta, encubre o facilita una relación amorosa, generalmente ilícita.
2. m. y f. coloq. Persona o cosa que sirve para encubrir lo que se quiere ocultar.
3. m. y f. coloq. correveidile ( persona que lleva y trae chismes).
4. m. Teatro. telón corto.
5. f. Teatro. Bastidor que afora ambos laterales en primer término del escenario, con función semejante a la del arlequín.
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Esta palabra debe su origen a una costumbre medieval árabe según la cual un señor, cuando quería conquistar a una mujer casada, le enviaba al marido un caballo de regalo con el fin de ganar su simpatía y poder así aproximarse a la mujer deseada.
Lo hacía mediante un mensajero al que llamaban al-qawwad, que cabalgaba con la misión de entregar el animal al marido. No ha llegado hasta nosotros ninguna información que permita saber si tan insólita estrategia galante fue algún día adoptada por los españoles; nos consta apenas que el vocablo árabe llegó a nuestra lengua como alcahuete para designar a la persona que concierta, encubre o facilita encuentros amorosos, generalmente ilícitos. Por extensión, la palabra se usa también para designar a aquellos que sirven, voluntariamente o no, para encubrir algo que se desea ocultar.
En el Río de la Plata, se llama alcahuete al que delata a sus compañeros para congraciarse con sus superiores o con las autoridades. Es palabra antigua, registrada en nuestra lengua desde 1251 y que, por cierto, ya aparecía en el Quijote, en este diálogo del capítulo XXII:
Así es —replicó el galeote—; y la culpa por que le dieron esta pena es por haber sido corredor de oreja, y aun de todo el cuerpo. En efecto, quiero decir que este caballero va por alcahuete, y por tener asimesmo sus puntas y collar de hechicero.

1 comentario:

Trini Reina dijo...

Atuendo es una palabra aún joven, en cambio, alcahuete, está más en desuso.
Aquí, en mi pueblo, la empleamos para los cotillas. Esa gente que quiere enterarse de todo, para ir contándolo, a media voz, en las reuniones.

Un placer leer y aprender en tu blog.


Abrazos