sábado, 15 de marzo de 2008

El elegante piloto francés y su amigo Principito


Nací un año y medio después de que Antoine de Saint Exupéry se perdiera en las aguas del mar Ligur entre la costa de Provenza y la isla de Cerdeña, Mediterráneo, en el último año de la Guerra Mundial II. No tuve, por lo tanto, oportunidad de extrañar a ese noble francés, elegante y de mirada nostálgica en previsión de tiempos peores.
Ya en el sur-sur de América del Sur, en la Patagonia que la despoblada Argentina ya se permitía llamar "desierto", el conde Antoine Jean-Baptiste Marie Roger de Saint-Exupéry formó parte como piloto de la primera empresa de correo aéreo "Aèropostal".
Decían mis mayores -y uno creía-, que el gringo de hablar pausado y erres arrastradas hasta sonar como gés, contó que en sus interminables horas-crucero sobre el mar y la estepa patagónica había dado vida al Petit Prince y su módico planeta.
Pues bien. Se acabó. C'est fini.
Un ex piloto de la Luftwaffe de 88 años, Horst Rippert, acaba de confesar que él fue quien abatíó a la aeronave de St.-Exupéry, un Lightning P38 americano de reconocimiento. Era la segunda semana de guerra para el novato Rippert.
No me crean a mí. Lean La Nación de hoy:
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El alemán Horst Rippert, de 88 años, reconoció ser el autor de los disparos que en 1944 abatieron el avión del creador de "El Principito"; nunca se encontró el cuerpo




LANACION.com Exterior Sábado 15 de marzo de 2008


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