lunes, 25 de junio de 2007

Oportuno castigo electoral al Gobierno argentino


El gobierno federal argentino en manos del presidente Néstor Kirchner sufrió anoche un doble, limitado pero efectivo revés electoral que, muchos analistas evalúan, tendrá saludable efecto de contrapeso en las pretensiones hegemónicas del peronismo kirchnerista en el poder.

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En la “reina del Plata”

Un heredero de los grupos económicos nacionales de mayor envergadura (SOCMA, Sociedad Macri), Mauricio Macri, ganó en segunda vuelta el gobierno autónomo de la capital argentina Buenos Aires por 61 % al 39 % al candidato del gobierno central, un sociólogo de nombre Daniel Filmus, ministro de Kirchner. Macri, ingeniero, exitoso presidente de Boca Juniors —club de fútbol flamante campeón de América—, con apenas algo más de un lustro en la política, según estos expertos, fue el beneficiario de más de un 15 % de votos independientes que, antes que apoyar sus propuestas de centro derecha, rechazaron ser gobernados por un mayordomo del presidente.

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En el “fin del mundo”, el doblete

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A 3.000 kms. al sur de la capital federal, una joven farmacéutica emigrada hace quince años a la provincia de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, del ARI (Afirmación para una República Igualitaria), cercana de la mentora nacional del movimiento de centro izquierda, derrotó en la segunda vuelta por el 52 % al 47 % al actual gobernador, Hugo Cóccaro, quien desangró su capital político en la primera vuelta comicial contra otro oponente kirchnerista, de apellido Garramuño (leyó bien, también kirchnerista), con quien co-protagonizó escandalosos intercambios de acusaciones por corrupción.

Ríos es seguidora de la abogada chaqueña Elisa Carrió —iniciada ésta en la política en su provincia a otros 1.200 kilómetros al norte de Buenos Aires, frontal opositora del presidente Kirchner.

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El peronismo que heredó Kirchner

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En realidad, el sexagenario movimiento político peronista —fundado por el ambicioso coronel Juan Perón, director de la oficina nacional de Trabajo durante el segundo gobierno militar golpista 1943-46, organización de masas devenida hoy electoralmente en el Frente para la Victoria de Kirchner—, ganó en 2003 la presidencia argentina derrotando —por walk over— con menos de un tercio de los votos a su antecesor, el también peronista Carlos Menem.

Menem, presidente por diez años, había obtenido contra Kirchner menos de un cuarto de los sufragios totales y renunció a enfrentar en el estatuído ballotage a Kirchner.Así, Kirchner, el joven ex gobernador peronista de la patagónica provincia de Santa Cruz se hizo con la primera magistratura con el segundo apoyo electoral más exiguo de la democracia moderna argentina.En poco tiempo, la esposa de Néstor, Cristina Kirchner, saldrá a la palestra para intentar heredar en las urnas a su marido en las elecciones de octubre próximo cosa que posiblemente ocurra sin mucha sorpresa para nadie.

Perón, en el pináculo de su popularidad en su primer gobierno democrático 1946-52, consagró las nuevas prácticas hegemónicas de su movimiento político sobre la base de grandes mayorías electorales.

Y, como contrapartida, utilizaba su fino olfato para soltar o jalar las riendas del diálogo con la oposición.

Es por esto, entre otros argumentos, que prestigiosos analistas independientes creen que este “sosegáte” (lección del destino para los excesos de optimismo) electoral puede resultar beneficioso para la convivencia democrática, práctica que parece quedarle estrecha al oficialismo, exageradamente triunfalista en los éxitos y negador en los retrocesos.

Algo en la dirección de esta última línea de razonamiento debe haber en ese colectivo a juzgar por las reacciones de los perdidosos del fin del mundo y de la reina del Plata.

Filmus no nombró a su vencedor al reconocer su derrota, y exhortó a sus seguidores a mantener el ánimo alto pues “los que pensamos”, es decir el perdidoso kirchnerismo, hicieron una buena elección.

Cóccaro razonó que "algo no funcionó" para el triunfo de su contrincante -primera mujer gobernadora electa de la historia argentina- antes que buscar las causas de su derrota en el hartazgo de la sociedad hacia los desatinos administrativos.

Perón —una vez más hay que acudir al astuto líder fallecido en 1974, el político argentino que marcó como nadie la segunda mitad del siglo XX— zamarrea en uno de sus famosos apotegmas las ideas de sus autoproclamados herederos: “Los pueblos pueden equivocarse acerca de lo que quieren, pero nunca se equivocan sobre lo que no quieren”.

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