viernes, 18 de mayo de 2007

Vehemencias de Trini Reina







Muchacha en la ventana, un

Dalí elegido por Trini




Andaluza, sevillana, buena poeta y pasional. ¿Qué más?

Dejemos que la propia Trini Reina (reinaramos@gmail.com) nos lleve de la mano hasta su casa.
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"Pequeñas historias con rimas o en prosa, con principio definido, entramado romántico y, feliz o desdichada conclusión. Historias que, puede vivir, soñar, sentir, gozar o sufrir cualquiera que, crea en el poder del amor, y si me apuras –porque lo considero más pasional, si cabe - a todos los que, alguna vez en su vida, por un callejón oscuro, se dieron de bruces contra el desamor..."
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http://vehemencias.blogspot.com
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Dulce melancolía
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Al fin arribó el amor, aquel codiciado amor;
el de la rezagada espera…
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Se extinguió la incertidumbre, el prolongado deshojar de
margaritas; la cáustica duda. La certeza, pañuelo en mano,
se hizo visible, llorando lágrimas dulces.
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El corazón encomia su victoria y estrena tembloroso
repique. Y a lo largo y ancho del alma, se extiende,
untuosa, una dulce melancolía.
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Destemplados adioses, recibe la soledad, esa perseverante
y leal compañera que, desde ahora, tendrá que inquirir
paisajes ajenos, donde erigir su nido…
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®Trini Reina
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Miel y vino

Atadas tenías las manos y deambulabas dentro de un circulo.
Yo abrí, con las armas de mi alegría, en éste, un resquicio.
Entré y liberé tus manos, y tú a mí te diste, agradecido.
Bajo mi sombra te amparé y te ofrendé mi abrigo.
Y fue mi pasión el candil que alumbró en adelante tu destino.
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Compartiendo mutuas soledades escalamos hacia el vértice de un amor de miel y vino
y, en el trayecto, sembramos jardines de rosas, claveles y lirios,
donde quedaron sepultadas las reliquias de inveterados suplicios.
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Algo me retuvo en la subida y, dadivosa, te alenté a proseguir el camino,
mientras rezagada quedé, a merced de las tinieblas que,
en mis contornos, fue entretejiendo el hado indigno.
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No volviste atrás la mirada, en tu travesía hallaste nuevos peregrinos.
Grité para que por mí volvieras y me alzaras de las arenas movedizas

donde había caído. Pero ya en tu corazón gozaba de vasto espacio el olvido,
ese buitre indomable que, en tu voluntad, fundó su nido.
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Ahora son mis manos las prisioneras. Ahora soy yo quien vaga dentro del círculo,
mas tú sobrevuelas a tanta altura, que imposible es que te alcance mi invocación de auxilio.
Y en caso de que rozara, el eco de mi voz tus oídos, mirarás hacia otro lado y dirás,
que fue un caracoleo del viento, o acaso, un espejismo.
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®Trini Reina