viernes, 9 de noviembre de 2007

¡Qué suerte para los argentinos que los bolivarianos nos quieran!


¿Los saca? En la foto superior, a la izquierda, nuestro nuevo amigo, Jhonny Yáñez Rangel -empresario, con domicilio y empresas radicadas en Florida, USA, promocionado por sus empleados como entrepreneur perseguido por el chavismo. ¿Y el de la chaqueta deportiva "color Venezuela"? Sí, el mismísimo Hugo I, presidente aspirante a emperador. ¿Ud lo nota muy perseguido al Jhonny?
Yo tampoco.
Es que como actual Gobernador del Estado de Cojedes de la República Bolivariana de Venezuela y titular de la Organización Latinoamericana de Gobiernos Intermedios (OLAGI), le toca atender al líder de la República Bolivariana cada vez que Chávez visita su provincia.
Bajamos un peldaño -digo, una foto- y damos con el buenazo de Jhonny con... ¡taaatánnn!..: el mismísimo... el viejo amigo... Alejandro Guido Antonini Wilson, el de los 800.000 dólares (ver en mi archivo del miércoles 10 de octubre "Cuidado con los venezolanos que traen regalos").
Todos los miembros de estas "compañías" que presentamos tienen algunos comunes denominadores, como por ejemplo: Todos son amigos de alguna estructura del "chavismo en acción". Todos se mueven como pez en el agua en materia de negocios internacionales, pero sus "orgas" no producen bienes. Los compran y los venden. Tecnología, nueva o "a estrenar", petróleo y derivados,armas grandes, pequeñas. Valores de intercambio, dinero en todas sus manifestaciones, acciones, letras, formas de pago, etc.
La única certeza de quienes se topan con ellos en alguna transacción es que todo su universo de bienes negociables son productos o servicios rápidamente realizables. Un clásico favorito de estos mercaderes son las armas: última generación, anteúltima, constituyen un rubro codiciado. La ventaja final es que, cuanto mejores son las prestaciones, mejores son las oportunidades de no dejar rastros.
Hablando en criollo, un buen misil tierra-aire no deja ni trocitos del tamaño de un dado como para periciar. Y la cadenas de "coimisiones" entre compradores, intermediarios, vendedores, banqueros y supervisores venales conforman una "cadena de la felicidad" impenetrable y generosa para con sus asociados.


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